Editorial

Quedan seis semanas

Los partidos apenas dan señales de negociación tras perder tres meses

Almacén municipal con las urnas que se repartieron por los distintos colegios electorales de Barcelona el 20-D.ALBERT GARCÍA

España alcanza hoy la marca de tres meses de interinidad política tras el fracaso de los proyectos intentados para formar un Gobierno, de los cuales solo el plan del PSOE y Ciudadanos ha llegado a ser expuesto en el Congreso. La mayoría de los partidos emiten claras señales de dar prácticamente por terminada la etapa de las negociaciones. Sin embargo, aún quedan seis semanas hasta que el Rey se vea obligado a convocar elecciones, en caso de que los políticos no ofrezcan ninguna otra solución; y por lo tanto, todavía pueden producirse intentos de alcanzar un pacto.

No es cuestión de cons...

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España alcanza hoy la marca de tres meses de interinidad política tras el fracaso de los proyectos intentados para formar un Gobierno, de los cuales solo el plan del PSOE y Ciudadanos ha llegado a ser expuesto en el Congreso. La mayoría de los partidos emiten claras señales de dar prácticamente por terminada la etapa de las negociaciones. Sin embargo, aún quedan seis semanas hasta que el Rey se vea obligado a convocar elecciones, en caso de que los políticos no ofrezcan ninguna otra solución; y por lo tanto, todavía pueden producirse intentos de alcanzar un pacto.

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No es cuestión de consolarse con ejemplos comparados de interinidad mucho más larga, como los 541 días que transcurrieron desde las elecciones de 2010 hasta la formación del nuevo Ejecutivo en Bélgica, un país atravesado por divisiones internas mayores que las nuestras. Del Gobierno dependen demasiadas cosas como para aceptar sin más el paso del tiempo, que deteriora el funcionamiento de las instituciones —como se ve en el conflicto entre el Ejecutivo en funciones y el Parlamento— y reduce al mínimo el peso internacional de España.

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El ejercicio de la propia responsabilidad del Estado como parte de la Unión Europea necesita estabilidad interna, como se evidencia en las dificultades para adoptar las decisiones en el Consejo Europeo. Ha habido problemas para consensuar en este país el acuerdo de la UE con Turquía sobre el retorno de refugiados; además, el representante del Estado en esa cumbre, Mariano Rajoy, se limita a informar de ella al Congreso a través de una carta firmada por un secretario de Estado. La confusión se extiende a la negociación pendiente con Bruselas sobre el recorte del déficit, que amenaza la formulación de los próximos Presupuestos del Estado.

Los meses transcurridos desde el 20-D han resultado inútiles para estabilizar la situación política de España. Pero en ese tiempo hemos aprendido algo: el aislamiento del PP respecto de las demás fuerzas políticas; los intentos forzados de Pedro Sánchez para conseguir apoyos a su candidatura, unidos a la incapacidad del PSOE para avanzar en intención de voto, pese a los escándalos de corrupción que afectan al PP; o el cuidado con el que Ciudadanos se forja la imagen de partido negociador. Y sobre todo se ha visto el repentino envejecimiento de Podemos, incapaz de gestionar contradicciones tan flagrantes como lanzar críticas devastadoras y duras imposiciones al partido con el que decía querer pactar (el PSOE) y víctima de luchas intestinas tratadas por el líder, Pablo Iglesias, con métodos propios de partidos muy clásicos.

El clima electoralista se impone sin más perspectiva que otra victoria precaria del PP, un segundo puesto para el PSOE, el ascenso de Ciudadanos o la caída de Podemos. Así lo refleja el sondeo de Metroscopia publicado hoy por EL PAÍS, que, aunque limitado a diez circunscripciones, completa otros anteriores. En estas condiciones, hay que preguntar de nuevo a los actores políticos qué autonomía piensan ganar con la prolongación de la interinidad hasta finales del verano o entrado el otoño, en busca del pacto poselectoral que rehúyen en este momento.

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