Cantinela fría

Cada año, como un ritual, tenemos el lamento ruso por el injusto aislamiento al que le someten EE UU y la UE

Hay un rito anual europeo, equivalente a la emigración de las golondrinas o el retorno de las cigüeñas, que es el plañir ruso por el injusto aislamiento al que le someten EE UU y la UE. El lamento anual ruso se manifiesta sí o sí con ocasión de la Conferencia de Seguridad de Múnich, el gran evento en el que europeos, rusos y estadounidenses se reúnen para tomar la temperatura a la seguridad del continente. Este año el encargado de los pucheros ha sido el primer ministro Dmitri Medvédev, aquel abogado en el que todos veían al Adolfo Suárez que por fin lideraría una transición hacia un Estado de...

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Hay un rito anual europeo, equivalente a la emigración de las golondrinas o el retorno de las cigüeñas, que es el plañir ruso por el injusto aislamiento al que le someten EE UU y la UE. El lamento anual ruso se manifiesta sí o sí con ocasión de la Conferencia de Seguridad de Múnich, el gran evento en el que europeos, rusos y estadounidenses se reúnen para tomar la temperatura a la seguridad del continente. Este año el encargado de los pucheros ha sido el primer ministro Dmitri Medvédev, aquel abogado en el que todos veían al Adolfo Suárez que por fin lideraría una transición hacia un Estado de derecho y una economía de mercado moderna en Rusia pero que al final se ha quedado en recadero de Putin y los aparatosde inteligencia rusos, que son los que realmente gobiernan el país (algo así como si Carrero Blanco siguiera gobernando España todavía hoy).

Medvédev, atención a la sagacidad de este hombre, ha detectado, después de que su país se anexionara Crimea por la cara y ocupara el este de Ucrania, “una actitud poco amistosa” de la OTAN y la UE, lo que le ha permitido concluir que “el mundo se dirige a una nueva guerra fría”. Esta cantinela con la guerra fría no deja de tener algo de gracia. Primero porque ni en Ucrania ni en Siria estamos viendo una guerra fría, sino bastante caliente. Sin el apoyo directo del Ejército ruso, las milicias que operan en el este de Ucrania en modo alguno serían capaces de mantener el control del territorio.

Lo mismo puede decirse de Siria, donde el régimen de El Asad está logrando recuperar la iniciativa militar gracias al plan diseñado por Moscú consistente en machacar a la oposición siria para que Occidente solo pueda elegir entre Asad o el Estado Islámico.

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Putin quiere tres cosas: ser una potencia global a la par con EE UU, crear una esfera de influencia exclusiva en su periferia y mantenerse en el poder a pesar de la crisis económica. Proclamar la guerra fría es la mejor manera de lograrlo. Esa guerra fría le sirve a él, no a nosotros. Y encima nos la endosa. @jitorreblanca

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