LA PUNTA DE LA LENGUA

Hoy se ejerce el recuento

Las locuciones alargadas muestran un discurso hueco que arroja más palabras que significados

Cada verano nos trae, allá por San Fermín, aquello de que algunos mozos “sufrieron heridas por asta de toro” (por tanto, que “sufrieron cornadas” o que “fueron corneados”). Cada invierno se nos informa de que “cayeron precipitaciones en forma de nieve” (o sea, que “nevó”). Y en cada fecha electoral, como hoy, nos hablan de que tal o cual político llegó pronto al colegio electoral ...

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Cada verano nos trae, allá por San Fermín, aquello de que algunos mozos “sufrieron heridas por asta de toro” (por tanto, que “sufrieron cornadas” o que “fueron corneados”). Cada invierno se nos informa de que “cayeron precipitaciones en forma de nieve” (o sea, que “nevó”). Y en cada fecha electoral, como hoy, nos hablan de que tal o cual político llegó pronto al colegio electoral “para ejercer su derecho al voto” (es decir, “para votar”).

Las locuciones alargadas muestran, sobre todo si abundan, un discurso hueco que arroja más palabras que significados. Porque uno mira dentro de tanto vocablo y no encuentra casi nada. Mucho escaparate y poca mercancía. Me refiero a expresiones como “conducía bajo los efectos del alcohol” (es decir, que “conducía ebrio”), “procedió a inaugurar” (“inauguró”), “soy de la opinión de que” (“opino”), “se dio a la fuga” (“huyó”), “introdujo modificaciones” (“modificó”) o “lo haremos a la mayor brevedad posible” (es decir, “cuanto antes”).

Ésas y otras muchas formas parecidas proliferan en los documentos oficiales, a menudo ampulosos y vacuos; y los medios las reproducen como si fueran maravillosas. Por eso apuesto dólares contra galletas a que hoy los políticos y los ciudadanos “ejercerán el derecho al voto” por todas partes.

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La palabra “escrutinio” puede resultar de difícil pronunciación, en efecto, pero también está disponible el término “cómputo”

Otra rareza del léxico electoral vendrá más tarde, ya en la noche, con la palabra “recuento”. Y aquí me juego euros contra caramelos a que vamos a tener mucho “recuento” a la hora de computar las papeletas; depositadas, lógicamente, por quienes tenían el derecho de ejercer el derecho al voto y que además lo ejercieron votando y ejerciendo.

La palabra “escrutinio” puede resultar de difícil pronunciación, en efecto, pero también está disponible el término “cómputo”. Porque, ay, “recuento” significa otra cosa.

“Recuento” es, obviamente, la acción de volver a contar algo, de comprobarlo. Por ejemplo, en las cárceles se recuenta a los reclusos para verificar que a los funcionarios no se les han escapado ni un error ni un presidiario. Pero en la noche electoral se cuentan los votos por primera vez, así que no se recuentan sino que se “escrutan”. Y se escrutan porque se actúa ante ellos con exactitud y diligencia. Tales rasgos del significado constaban en el sustantivo scrutinium, usado por los romanos para referirse al registro de las ropas de alguien (Manuel Alvar Ezquerra, Lo que callan las palabras). El diccionario de Covarrubias (1611) ya recogía el término como equivalente del cómputo de unos votos, y con ese sentido ha llegado hasta nosotros después de cuatro siglos.

Todo lo cual no impedirá que algunos periodistas ejerzan hoy su derecho a decir que tales, o cuales, o tantas personas ejercieron su derecho al voto… O, incluso, que ha comenzado a ejercerse el recuento. O a ejercitarse, que también sería un derecho.

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