Columna

Nihilismo

Para Isaiah Berlin, lo que distingue al civilizado del bárbaro es que está dispuesto a sacrificarse por valores en los que no cree del todo

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

El sábado pre-electoral tras el 11-M volvía por la noche de cenar con una amiga cuando, al pasar cerca de Génova, me rodearon un grupo de histéricos vociferantes. Uno me espetó: “¡Vais a hacer que nos maten a todos!”. Supongo que se refería a la brega contra ETA y las manifestaciones de Basta Ya. Nada teníamos que ver con aquellos atentados, ni tampoco ETA, pero al parecer consideraba que todos los enemigos del terrorismo azuzan el avispero y son culpables de las letales picaduras. Ahora también hay entre nosotros quienes equiparan los bombardeos franceses contra las bases de EI con los atenta...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

El sábado pre-electoral tras el 11-M volvía por la noche de cenar con una amiga cuando, al pasar cerca de Génova, me rodearon un grupo de histéricos vociferantes. Uno me espetó: “¡Vais a hacer que nos maten a todos!”. Supongo que se refería a la brega contra ETA y las manifestaciones de Basta Ya. Nada teníamos que ver con aquellos atentados, ni tampoco ETA, pero al parecer consideraba que todos los enemigos del terrorismo azuzan el avispero y son culpables de las letales picaduras. Ahora también hay entre nosotros quienes equiparan los bombardeos franceses contra las bases de EI con los atentados de París. Vaya, los bombardeos de por sí no tienen muchos aficionados, salvo José de Espronceda, que era romántico: “Me gusta ver la bomba / caer mansa del cielo...”. Preferimos la paz, que cuenta ahora con un Consejo impulsado por Podemos para sumar al proceso de paz a la salsa Bildu de Euskadi. ¿Cuál es el contenido de esa “paz” sin vencedores ni vencidos cuyo conjuro debe disuadir mejor que las armas a los cortadores de cabezas sarracenos? Se parece mucho a la nada radiante de los teólogos negativos. André Glucksmann se equivocó empeñándose en considerar nihilistas a los terroristas de la yihad contra Occidente. No, el peligro nihilista de la autodestrucción asumida se plantea al revés. No son nihilistas los que predican los valores de la muerte, sino los que no defienden los valores de la vida. No son nihilistas los que creen en la plétora de sentido del Otro Mundo, sino quienes se han aburrido de esforzarse por el sentido relativo y frágil de éste en el que vivimos. Para Isaiah Berlin, lo que distingue al civilizado del bárbaro es que está dispuesto a sacrificarse por valores en los que no cree del todo.

Haz que tu opinión importe, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Archivado En