Cartas al director

Alimentar el fuego

Barcelona -

Los que miran a través de las gafas del nacionalismo podrían no estar de acuerdo, pero yo me considero un buen catalán. Y como tal, si alguna vez me encontrara con cualquier compatriota de otros lugares de España, lo primero que haría sería pedirle disculpas. Sí, disculpas. Porque entiendo perfectamente el hartazgo que debe sentir el ciudadano español que enciende la tele y lamenta que, un día más, el separatismo catalán vuelva a copar tertulias y noticiarios. En Cataluña se ha confundido ser importante con ser insoportable. Y por ello, me disculpo. Pero, de la misma manera que les comprendo, ...

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Los que miran a través de las gafas del nacionalismo podrían no estar de acuerdo, pero yo me considero un buen catalán. Y como tal, si alguna vez me encontrara con cualquier compatriota de otros lugares de España, lo primero que haría sería pedirle disculpas. Sí, disculpas. Porque entiendo perfectamente el hartazgo que debe sentir el ciudadano español que enciende la tele y lamenta que, un día más, el separatismo catalán vuelva a copar tertulias y noticiarios. En Cataluña se ha confundido ser importante con ser insoportable. Y por ello, me disculpo. Pero, de la misma manera que les comprendo, también apelo a su comprensión. Sepan ustedes que no hay ejercicio más extenuante que afirmarse español en Cataluña. Sólo los que lo hacemos a diario, sin necesidad de solemnidad ni exaltación, sabemos la fatiga que ello nos supone. Sin embargo, nuestra tarea se vuelve especialmente ardua cada vez que un miembro del partido que gobierna España hace gala de su falta de sensibilidad. Por favor, no aviven las llamas del independentismo. Lo pide un catalán que lleva años quemándose. Hoy por hoy, el nacionalismo catalán arde principalmente con la leña que le proporciona el españolismo.— Darío Sanjuán Vera.

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