Magdalenas

La actriz Melissa Gilbert puede ser congresista. Cosby ha conseguido salir del encasillamiento

La acrtiz Melissa Gilbert.Reuters

Fue leer que Melissa Gilbert iba a presentarse al Congreso norteamericano y atragantarme con una magdalena de Proust del tamaño de una rueda de camión. Melissa Gilbert… ¡Laura Ingalls! La hija de Charles Ingalls, de La casa de la pradera; Michael Landon, o san Michael Landon, como le llamaban los deliciosos gamberros de Radio El País —otra magdalena, con ataque de nostalgia feroz—. ¿Alguien se acuerda de algún personaje que Landon o Gilbert hayan hecho después? Triunfaron, pero tanto que cayeron al abismo más pelig...

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Fue leer que Melissa Gilbert iba a presentarse al Congreso norteamericano y atragantarme con una magdalena de Proust del tamaño de una rueda de camión. Melissa Gilbert… ¡Laura Ingalls! La hija de Charles Ingalls, de La casa de la pradera; Michael Landon, o san Michael Landon, como le llamaban los deliciosos gamberros de Radio El País —otra magdalena, con ataque de nostalgia feroz—. ¿Alguien se acuerda de algún personaje que Landon o Gilbert hayan hecho después? Triunfaron, pero tanto que cayeron al abismo más peligroso que pueda temer un actor: encasillados para siempre. Melissa Gilbert será congresista por Michigan, o no, pero Laura Ingalls perdurará.

Yo adoro el encasillamiento. Es escribir Laura Ingalls y viajar de golpe varias décadas hacia atrás. Revivir aquellos sábados después de comer, corriendo a pillar sitio delante de la tele en cuanto sonaba el tan, tan, tan, tan, tan, tán táraraaan desde el salón. Laura brincando pradera abajo en los títulos de crédito, que terminaban con Carrie, la pequeña de la familia —luego supe, con gran decepción, que la interpretaban dos hermanas gemelas— pegándose un simpático tortazo al final. En aquella serie, cargada de buenas intenciones hasta el empalago, nada pasaba del nivel cero de gravedad. Carrie, Laura, Nellie Olleson… la boca se me llena de migas de magdalenas. Y de tigretones, panteras rosas, bonys y bucaneros.

Que conste que soy una golosa, y no hay nada que me guste más que un par de magdalenas con azuquítar y un vaso de leche fría, si es delante de la tele, mejor. Pero las hay que dan ganas de vomitar. Cada vez que un testimonio se suma a la larga lista de víctimas de Bill Cosby, es como si los ojos del doctor Huxtable se transformaran en los del vampiro de Düsseldorf. Protegido por su amable personaje, Cosby actuaba impune. Han hecho falta años para que se atrevan a hablar.

Melissa Gilbert, o Laura Ingalls, puede ser congresista. Cosby ha conseguido salir del encasillamiento. Se ha cargado al doctor Huxtable, además de ser un presunto violador.

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