Cartas al director

El trastorno del espectro autista

El pasado 2 de abril celebramos el Día del Autismo; a pesar de la celebración con globos azules y frases perfectas, personalmente nada cambió en mi interior. Quizá porque yo me he educado en un contexto de aula inclusiva, donde algunos de mis compañeros llevaban libros diferentes, se comportaban de forma diferente, pero nunca fueron diferentes. Tenían nombre y apellidos y, por tanto, eran mis compañeros, íbamos a sus celebraciones de cumpleaños y participaban en todas las actividades de clase. Quizá es por esto por lo que poco o nada me importa que mi compañero fuera autista o que estuviera de...

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El pasado 2 de abril celebramos el Día del Autismo; a pesar de la celebración con globos azules y frases perfectas, personalmente nada cambió en mi interior. Quizá porque yo me he educado en un contexto de aula inclusiva, donde algunos de mis compañeros llevaban libros diferentes, se comportaban de forma diferente, pero nunca fueron diferentes. Tenían nombre y apellidos y, por tanto, eran mis compañeros, íbamos a sus celebraciones de cumpleaños y participaban en todas las actividades de clase. Quizá es por esto por lo que poco o nada me importa que mi compañero fuera autista o que estuviera dentro del Trastorno del Espectro Autista o que tuviera una dificultad o una deficiencia, incluso que tuviera un día de celebración con globos azules... me da exactamente igual. Solo permanece en mí el dulce recuerdo del trabajo de mis profesores, incansable y sencillo solo en apariencia. En mi opinión, que no importe el nombre es llamar a las cosas por su nombre.— Joaquín Cerdá Muñoz.

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