El acento

El divorcio como indicador

El número de rupturas matrimoniales vuelve a crecer después de una fuerte caída a patir de 2008 coincidiendo con la crisis económica

Soledad Calés

Hace ya unos cuantos meses que las estadísticas nos indican, con datos macroeconómicos, que hemos dejado atrás lo peor de la crisis. La recuperación se afianza, aunque aún hay voces que llaman a la prudencia y aconsejan no cantar victoria hasta que el cambio de tendencia esté bien consolidado: esa recuperación no ha llegado a todos, y persisten turbulencias económicas a nivel internacional capaces de producir inestabilidad.

Así las cosas, los analistas económicos escrutan datos que permitan pronósticos más concluyentes. Hay indicadores objetivos e inapelables, como la evolución del cons...

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Hace ya unos cuantos meses que las estadísticas nos indican, con datos macroeconómicos, que hemos dejado atrás lo peor de la crisis. La recuperación se afianza, aunque aún hay voces que llaman a la prudencia y aconsejan no cantar victoria hasta que el cambio de tendencia esté bien consolidado: esa recuperación no ha llegado a todos, y persisten turbulencias económicas a nivel internacional capaces de producir inestabilidad.

Así las cosas, los analistas económicos escrutan datos que permitan pronósticos más concluyentes. Hay indicadores objetivos e inapelables, como la evolución del consumo o el nivel de exportaciones. Pero hay también otros, de carácter indirecto, que pueden tener cierto valor en la medida en que expresan no tanto variables económicas precisas como percepciones y tendencias. La tasa de divorcios puede ser uno de ellos.

No es casualidad que el número de rupturas matrimoniales cayera significativamente a partir de 2008, primer año de la crisis. Y seguramente tampoco lo es que ahora, coincidiendo con los primeros signos de recuperación, haya vuelto a subir, aunque sin llegar a los niveles anteriores a la crisis.

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El declive del número de divorcios se atribuyó al hecho de que muchas parejas en crisis posponían la decisión porque, en medio de una recesión, la separación resulta mucho más onerosa, incluso directamente imposible al quedar uno o los dos miembros de la pareja en paro. Puede que después de cinco años de prórroga forzosa, algunas parejas hayan llegado a un límite insoportable y hayan decidido cortar por lo sano. Pero puede ser que también les haya ayudado a tomar la decisión la idea de que lo peor de la crisis ha pasado, y que es factible plantearse el coste de vivir por separado.

Los datos señalan que el número de rupturas fue en aumento en España hasta alcanzar un máximo de 149.250 en 2005. A partir de 2008 la cifra de divorcios cayó de forma abrupta y en 2009, segundo año de crisis, se situó en 124.583. El año pasado volvió a subir a 133.643, un 6,9% más que en 2013. ¿Señal segura de que las cosas (en economía) van bien? Una ruptura no suele ser un buen indicador, pero ya se sabe que la estadística tiene siempre más de una lectura.

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