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La Siberia española

La zona de Molina de Aragón y el alto Tajo es una de las regiones más despobladas y frías de la Península, con menos de dos habitantes por kilómetro cuadrado

Cada día a las 8.30, Juan, de 11 años, va acompañado de su madre a la parada del autobús que le llevará al colegio en Molina de Aragón, el pueblo más poblado de la comarca del Alto Tajo con 3.572 habitantes. Juan es el único niño de Selas, donde solo viven 11 personas, aunque hay censadas 64. Él no ha conocido la escuela de su pueblo, ya que cerró en 1974 fruto del éxodo rural. Juan se lamenta de las dificultades que tiene para ver vídeos de YouTube, no hay niños con quien jugar y la cobertura y el 3G llegan con dificultad.David Ramos (Getty Images)
José María Alarcón tiene 55 años. Habla con su mujer por el móvil en una de las pocas zonas donde encuentra cobertura. Es pastor. Pero hay que olvidar la idea del que pastorea con sus ovejas. El rebaño que lleva solo lo cuidará durante 15 días, los que su compañero –al que sustituye– esté de vacaciones. Trabaja con ganado que no es suyo, a él le contratan los ganaderos para que se ocupe de sus animales. Alarcón ha sido toda la vida pastor. Sus dos hijos no viven en la comarca, han salido a estudiar fuera como la mayoría de los jóvenes. El relevo generacional es muy difícil.David Ramos (Getty Images)
Margarita posa detrás del mostrador de su bar y colmado. Era la única tienda en Anquela de Ducado (78 habitantes), que, además, abastecía a los pueblos de alrededor. Tiene 64 años y está a punto de jubilarse. Considera que lleva toda la vida haciendo un servicio público, ahora está desmantelando su negocio. Lo cierra, después de más de 70 años, y reparte el mobiliario entre sus vecinos. El Ayuntamiento ha tomado el relevo de Margarita cediendo un local que siga cumpliendo las funciones del bar, que en realidad es un lugar de encuentro entre los pocos habitantes del pueblo.David Ramos (Getty Images)
A cualquier urbanita le puede parecer que esta imagen tiene alguna que otra década, pero se capturó a finales de febrero. Es un detalle del bar de Margarita, donde el tiempo se quedó parado pasadas las 8.20 de cualquier tarde. Es el lugar de encuentro de los vecinos de Anquela de Ducado (Guadalajara) para compartir bebidas y conversaciones, donde el fútbol no faltaría como da buena cuenta la decoración de las paredes. Desde que Margarita decidió cerrar, estos ratos se han trasladado al local que el Ayuntamiento ha cedido para no perder los momentos de reunión de los vecinos de Anquela.David Ramos (Getty Images)
Mª Ángeles Moreno (44 años) es de Anquela del Ducado pero vive en Selas con su marido y su hijo, el único niño del pueblo. Tienen una casa rural que montaron gracias a subvenciones europeas. Estos alojamientos son de los pocos negocios que van bien en la comarca de Molina y el Alto Tajo. Acogen a turistas que llegan allí para escapar de la ciudad o a trabajadores de Iberdrola que se dedican al mantenimiento de los molinos de viento. Ellos viven en la parte baja de la casa y enfrente tienen una era que Mª Ángeles aprovecha para tender la ropa. Su marido, Javier, fue alcalde del pueblo, ahora está en paro.David Ramos (Getty Images)
En las zonas rurales hay un dicho: "Cuando la escuela y el bar se cierran, el pueblo ha desaparecido". Las vecinas de Anquela del Ducado mantienen vivo el que fue su colegio –"las antiguas escuelas"–. Van allí a jugar a las cartas o a "hacer media", pasan las tardes charlando al lado de la estufa. Los hombres van al local que ha cedido el Ayuntamiento y que hace las funciones de bar. Son sus lugares de reunión, su centro cívico.David Ramos (Getty Images)
Otro pueblo de la comarca de Molina y el Alto Tajo es Rillo de Gallo (78 habitantes), donde Martina Mateo, de 54 años, tiene un horno de pan que lleva junto a su hija. Desde aquí, reparten el pan con su furgoneta a los pueblos de la zona. Muchos de sus clientes son octogenarios, o casi, y si no les llevan las barras les costaría mucho ir a comprarlas. La Mateo, que es como la conocen, sabe que para que funcione el negocio tienen que moverse, que ir a buscarlo. Ellas tienen, además, una panadería en el centro de Molina de Aragón, aunque consideran su furgoneta como otro despacho de pan. El reparto de los domingos lo comparten con otra panadería de Marachón, así, por lo menos, libran dos domingos al mes. La hija de Martina ha hecho cursos de panadería en Madrid, se ha formado en nuevos sabores y técnicas, pero ve difícil ponerlo en práctica en este lugar donde "manda" lo tradicional.David Ramos (Getty Images)
Esta vaca que bebe en una bañera, abrevadero típico de las zonas rurales, pertenece a la granja del tío de Juan, el único niño de Selas. Siete de los once habitantes del pueblo son de la misma familia. El tío y la tía de Juan, además de cuidar de su centenar de vacas, tienen otro trabajo. Ella es bedela en el colegio de Molina de Aragón y él trabaja en una cuadrilla forestal.David Ramos (Getty Images)
La sala de plenos del Ayuntamiento de Selas es un lugar multiusos. En la imagen, Juan y su tía lo utilizan como aula en la que el niño recibe clases de refuerzo por la tarde. También sirve de consultorio médico, donde la doctora asiste cada semana. El pueblo tiene centro de salud, pero sin calefacción, por tanto, es más cómodo que haga allí sus visitas semanales. Para problemas de cierta gravedad pueden ir a Maranchón que tiene ambulatorio o al hospital de Guadalajara.David Ramos (Getty Images)
La comarca de Molina de Aragón, a pesar de ser de las más despobladas de España, está a poco más de dos horas de Madrid en coche, unos 200 kilómetros. Bien comunicada tanto con Guadalajara como internamente, entre cada uno de los pueblos que la conforman, muchos en torno a la carretera nacional 211. No da la impresión de abandono, aunque las casas estén vacías se mantienen cuidadas porque muchas son viviendas de fin de semana o vacaciones. Una de sus características es su bajísima temperatura, no en vano se la conoce como la nevera de España, ya que es donde se ha registrado la temperatura más baja desde que se tienen datos: 30 grados bajo cero, el 17 de diciembre de 1963. Fue una de las primeras zonas en las que se instaló una estación meteorológica, en los años cuarenta, ya que había que tener controladas las incidencias climatológicas por la ruta aérea entre Madrid y Barcelona.David Ramos (Getty Images)
Los montes son una de las fuentes de riqueza de esta comarca. Los trabajos relacionados con el bosque mantienen a muchos de los castellanomanchegos que la pueblan. La tala, las serrerías, el negocio de la resina y otros relacionados son fundamentales para estos pueblos. Cerca en la memoria de los que allí viven, aunque ya se van a cumplir 10 años, está el incendio que en la cercana Riba de Saélices acabó con la vida de 11 personas y con 4.500 hectáreas de bosque el verano de 2005.David Ramos (Getty Images)
Juan, su madre y su perra Luperca, a la que llamaron como la loba que amamantó a Rómulo y Remo, caminan por la vacías calles de Selas. El número de canes es superior al de personas. Juan va camino de sus clases vespertinas con su tía en el Ayuntamiento. Durante el curso es el único niño del pueblo. En verano, la población de estos lugares se multiplica por tres o por cuatro, también rejuvenece. La estadística marca que los habitantes de más de 65 años son un 41%, mientras que los menores de 14 no llegan al 8%. Uno de los problemas de estas zonas rurales es el envejecimiento de sus habitantes.David Ramos (Getty Images)