3.500 Millones
Coordinado por Gonzalo Fanjul y Patricia Páez

La crisis climática ya está aquí

Esta entrada ha sido escrita por Isabel Kreisler, colaboradora de @3500M.

“Veíamos venir ese tsunami”. “Así que esos tipos sabían que estaban haciendo algo peligroso”. “Sabían lo que estaba pasando”. “Gente dispuesta a asumir riesgos, temerarios”. ¿Recuerdan la cara de estupefacción que se le quedaba a uno escuchando a referentes académicos, políticos, financieros, a la Directora Ejecutiva del FMI, en la película Inside Job? El colapso financiero desatado en 2008 con la quiebra de Lehman Brothers era evitable. Muchos lo anticiparon, pudieron haber tomado medidas y renegaron de sus responsabilidades. Académicos y economistas comprados por las corporaciones financieras, políticos de mirada estrecha y boca agradecida, tiburones de Wall Street apresurándose a acumular ganancias mientras precipitaban la debacle… ¿Cómo podía el mundo estar en esas manos?, ¿Qué debimos hacer distinto?

Las preguntas son válidas ante la crisis climática que ya está aquí.

La retaguardia de políticos visionarios y comprometidos parece flaquear hoy también, al menos en Europa, a juzgar por el nombramiento de Miguel Arias Cañete como Comisario de Energía y Cambio Climático. Su paso por el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente de España dejó claro que de intereses y compromisos sí que entiende, pero en especial de los referentes a la industria de los hidrocarburos.

¿Y los mercados? Que el actual descenso del precio del petróleo se celebre sin matices por parte de los inversores tampoco es una señal alentadora. Abaratar el precio de los combustibles fósiles y renunciar a recortar los subsidios de esta industria significa entorpecer los mercados de carbono que, precisamente, tratan de internalizar el coste del cambio climático y de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. Evitar una crisis climática requiere de inversores que estén más interesados en la construcción de valores seguros a largo plazo que en rapiñar beneficios cortoplacistas en un río revuelto. Voces influyentes desde The Economist, The Financial Times o el Banco Mundial reclaman mayores niveles de regulación por parte de los gobiernos (fijación de precios de carbono, tasas, cuotas o derechos de emisión) como incentivo para la inversión en crecimiento de bajo carbono. Son voces poco sospechosas de abogar caprichosamente por marcos de regulación del mercado que pudieran comprometer los márgenes de negocio. Hasta los políticos más obtusos y los inversores más kamikazes deberían quedar persuadidos y revisar sus cálculos de rentabilidad.

¿Qué debemos hacer distinto? El pasado viernes, se presentó en la London School of Economics un libro que trata de responder a esa pregunta: “Climate Shock, the economic consequences of a hotter planet. El libro plantea su hipótesis de partida desde el análisis de las posibles respuestas a dos preguntas sencillas (traducción propia):

¿Es difícil sacar al mundo de la dependencia de los combustibles fósiles?

¿Es el cambio climático un problema importante?

NO

SI

NO

Un mundo bajo en emisiones, donde las cuestiones climáticas no suscitan inquietud

Probablemente la mayoría del público y una parte de la industria de la energía

SI

Muchos ecologistas y defensores de la energía nuclear

Hipótesis de trabajo del libro

Desde la casilla donde se sitúa libro, la marcha exasperantemente lenta de las negociaciones del clima es más entendible: nos enfrentamos a un problema grave, pero nos enfrentamos sobre todo a fuerzas codiciosas que se alimentan de frustrar las vías de solución.

A final de este año, la Cumbre del Clima en París ofrecerá una nueva oportunidad para abordar la crisis climática que se aproxima. Esta frase se ha escrito otras otras veces, sí; pero esta vez podrían alinearse los astros. El Presidente Obama ha apostado por la lucha contra el cambio climático como uno de los potenciales legados del final de su mandato. Por primera vez, China ha comprometido ante Naciones Unidas un objetivo de mitigación realmente ambicioso. Estados Unidos y China, los dos máximos emisores de gases de efecto invernadero, han sellado además un acuerdo que incluye, como mecanismo de arrastre de terceros, la posible revisión al alza de sus compromisos de mitigación durante este año. Europa parece haber recogido el guante. La presidencia francesa de la Conferencia de las Partes en París, ofrece a François Hollande un escaparate global para enderezar su crisis de popularidad y apuntalar su liderazgo en Europa. Es de esperar que la diplomacia francesa despliegue sus encantos para sellar un acuerdo con “grandeur”. Son vientos favorables que abren una ventana de oportunidad. No debieran desaprovecharla quienes están viendo venir el tsunami, quienes saben que están haciendo algo peligroso, quienes tienen el mundo en sus manos. ¡Nos queda París!

Comentarios

Además de los posibles compromisos que suscriban los distintos gobiernos para bajar los niveles de emisión de gases de efecto invernadero, se podrán solucionar aquellos problemas medioambientales que ya son una realidad en muchos paises y que en Paris pueden abordarse de una vez para tomarlos en serio.
El cambio climático es un problema mundial que afecta a cada uno de nosotros y debería en mayor medida preocupar a los ciudadanos y los estados.
Además de los posibles compromisos que suscriban los distintos gobiernos para bajar los niveles de emisión de gases de efecto invernadero, se podrán solucionar aquellos problemas medioambientales que ya son una realidad en muchos paises y que en Paris pueden abordarse de una vez para tomarlos en serio.
El cambio climático es un problema mundial que afecta a cada uno de nosotros y debería en mayor medida preocupar a los ciudadanos y los estados.
Además de los posibles compromisos que suscriban los distintos gobiernos para bajar los niveles de emisión de gases de efecto invernadero, se podrán solucionar aquellos problemas medioambientales que ya son una realidad en muchos paises y que en Paris pueden abordarse de una vez para tomarlos en serio.
El cambio climático es un problema mundial que afecta a cada uno de nosotros y debería en mayor medida preocupar a los ciudadanos y los estados.

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