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Sedentarios en casas de quita y pon

La llegada de agricultores de vida nómada a la capital mongola para asentarse es masiva. Instalan sus cabañas desmontables de forma permanente a las afueras de la ciudad en busca de oportunidades y educación para sus hijos, no sin problemas

El contraste entre los bloques de viviendas que crecen por doquier y las yurtas a las que van a sustituir es brutal. No obstante, para la mayoría de quienes viven en los suburbios, adquirir un apartamento no es más que un sueño.
Un niño saluda desde la puerta de una yurta que ya está rodeada por un elemento que los nómadas desconocían hasta hace poco: la valla. En un intento por regular los asentamientos, el Gobierno ha comenzado a dar números y a crear calles en los suburbios.
Maral y Gankhoyag disfrutan de un programa de televisión dentro de la yurta en la que vive su familia, y en la que no falta ninguna de las comodidades habituales en la ciudad: desde lavadora, hasta televisión.
Ankhtsetseg Bardal dará pronto a luz a su segundo hijo en la capital, a la que su familia se mudó hace un año en busca de nuevas perspectivas laborales y para dar un mejor tratamiento médico a la abuela, Yunren, que sufre problemas de corazón.
Una nueva familia construye su 'ger', como se conoce en Mongolia a la yurta, en el terreno de 0,7 hectáreas al que tiene derecho por ley. Con la llegada masiva de nómadas, cada vez tienen que asentarse más lejos del centro, lo que causa problemas añadidos por la pobre red de transporte público.
Una familia es obligada a recoger su yurta después de haberse establecido en una parcela que no era la suya. El desconocimiento de la ley dificulta el proceso de sedentarización de muchos nómadas, que siempre han vivido en completa libertad.
Vallas y alambre de espino son los nuevos elementos a los que se acostumbran los nómadas que llegan a la ciudad, un lugar en el que los índices de criminalidad son muy superiores y en el que no abunda la hospitalidad propia del campo.
Un hombre pasea por el centro de Ulán Bator, donde se construyen nuevas urbanizaciones para la emergente clase media del país, que ha prosperado gracias al 'boom' de la minería.
Para facilitar que los recién llegados encuentren trabajo en Ulán Bator, el Banco Mundial ha construido 16 guarderías operadas luego por el Gobierno en los suburbios de yurtas.
En las guarderías en los suburbios de yurtas, los padres pueden dejar durante el día a sus retoños sin tener que pagar un céntimo.
Como se hace en el campo, algunos de los padres que no han conseguido plaza para sus hijos en las guarderías se ven obligados a atar a sus hijos a la yurta durante el día, mientras trabajan, para evitar que se lastimen.