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Más allá de ‘Birdman’

El teatro ha estado presente en el cine desde hace décadas. Repasamos, en imágenes, algunas de esas películas

Delirante por momentos, como lo fue Cantinflas; ese espejo que reflejó y en el que se miró México. Abajo el telón es una historia sobre un limpiador de ventanas que acaba infiltrado como empleado de un teatro para conseguir atrapar a un ladrón. Un retrato de los escenarios de mediados de los 50 en medio del surrealismo de un argumento en el que el personaje de Mario Moreno acabará convirtiéndose en novio de la ayudante de una actriz famosa. Y será él quien acabe diciendo: "Abajo el telón".
¡Rumba la rumba la rum bam bam! Una noche el río pasó, ¡Ay, Carmela, ay, Carmela!, son los primeros versos de El paso del Ebro, la canción entonada desde el bando republicano en la Guerra Civil española. De esos estribillos nació la obra de teatro homónima de José Sanchis Sinisterra y la película de Saura, que acabó con 13 goyas en la V edición de la gala, entre ellos, a la mejor película, actriz, actor y director. Carmen Maura fue Carmela y Andrés Pajares, Paulino. Trovadores bajo los aplausos de aquellos que acabaron perdiendo y con un viaje que acabó llevándolos a tener que actuar para el bando nacional.

Eva al desnudo fue algo más que una película, fue una oda al teatro, a la pasión de quienes pisan sus tablas y un boceto maravilloso del ser humano, Un mosaico plasmado en un argumento que, contado, podría no parecer gran cosa: la ambición de Eva (Anne Baxter), una aspirante a gran actriz que acaba suplantando a la famosa actriz Margo Channing (Bette Davis).

El teatro. ¿Dónde pone que el teatro exista solo en los feos edificios apiñados en dos kilómetros cuadrados de Nueva York? ¿O de Londres, París o Viena? Escucha, jovencita y aprende. ¿Quieres saber qué es el teatro? Un circo de pulgas. También es ópera, y rodeos, carnavales, ballets, danzas tribales indias, guiñol, un hombre orquesta: todo es teatro. Donde haya magia, fantasía y público, hay teatro. En Eva al desnudo, todo es cine, y también todo es teatro.

No sale Woody Allen, pero sí John Cusack, que aun no había cumplido los 30, y Dianne Wiest, que acabó llevándose el Oscar a mejor actriz de reparto por su impecable vieja diva. El final de los años 20 es el escenario temporal de Balas sobre Broadway para mostrar algo que sigue ocurriendo y que nunca dejará de ocurrir, las dudas, los celos y los conflictos tras las bambalinas en una historia con un tiempo narrativo que parece no tener contención. Tan espectacular como su ambientación.
Tony Curtis. Burt Lancaster. Poco más hace falta para decir sí a Chantaje en Broadway. Tal vez el nombre de su director, Alexander MacKendrick, un escocés nacido por casualidad en Estados Unidos que nunca terminó de amoldarse al monstruo de Hollywood. La película, entre ácida, cínica y tierna, se mueve en las tinieblas de la nocturna Manhattan, los juegos de poder y los puntos débiles de quiénes lo ostentan. Una maravilla de apenas hora y media con una banda sonora firmada por Elmer Bernstein y matizada por The Chico Hamilton Quintet. Bendito jazz.
Kenneth Branagh es una especie de embudo por el que todo puede pasar: director, actor, guionista, productor. Cine y teatro. En lo más crudo del crudo invierno es una comedia de 1995 que respira y transpira teatro; que se adentra en la idea de la actualidad continua de los clásicos, más allá del tópico adjetivo de "inmortal"; y que plasma, con una sencillez que la agranda, las relaciones entre actores. El amor, la envidia, las pequeñas batallas. E hilando el argumento, Hamlet.
Era 1950 y rompió con todo. Incluso con la unanimidad de público y crítica. Pánico en la escena, de Alfred Hitchcock, cambió las reglas cuando aun ni siquiera estaban asentadas en ese mundo que estaba empezando a descubrir lo mucho que podría dar de sí. Los vericuetos argumentales (que no se descubrirán aquí para evitar 'spoilers') dieron paso a una forma distinta de ver, filmar y entender el suspense; con el que, hasta entonces, Hitchcock fue tan riguroso. ¿La cuestión? Un 'flashback' falso en una historia en la que la protagonista es una estudiante de interpretación que tendrá que actuar para intentar salvar a un amigo. La mentira dentro de la mentira.
Michael Caine es el director teatral de una caótica, estrambótica y delirante compañía teatral que intenta triunfar en Broadway. Pero lo que ocurre el día del estreno no tiene nada que ver con lo que llevan semanas ensayando. La improvisación ante lo inesperado como alma -y a veces problema- del teatro. A ese vodevil sobre las tablas se añade el humano, el de los actores cuando dejan el escenario y las miserias que se mezclan, en el libreto y en la vida.
¡Ay, Carmela podría ser una versión de Ser o no ser. Ambas una crítica, con distintos grados de humor, de sus respectivas luchas, aunque ambas fueran de todos. La española de la Guerra Civil, la alemana, satírico e implacable, contra el nazismo. Una troupe de actores, en una Polonia ocupada en la Segunda Guerra Mundial, decide intentar que una información no caiga en manos del ejército de Hitler. Una pieza que sigue siendo una de las comedias que mejor retratan de una forma limpia pero ácida aquel momento histórico.
Fue la película con más candidaturas a los Oscar de 1998: 13. Se llevó siete, además tres Globos de oro y cuatro premios BAFTA. Aunque aleja inevitablemente a William Shakespeare de su identidad homosexual, Shakespeare in love no es un biopic. Es una historia de amor entre el dramaturgo, vacío de inspiración, y una intensa y arrebatadora Gwyneth Paltrow. Es la historia del nacimiento del teatro inglés. Del negocio que suponía; de las etiquetas que sufrían actores y actrices en aquellos años isabelinos. ¿Cursi? Tal vez en algún línea del libreto. En su conjunto, son 137 minutos espléndidos, delicados, y sonorizados con una banda que mereció uno de esos siete Oscars.
La vida, la real, cuando parte de España aun no estaba preparada para asumir que lo era. Quizás la menor parte, pero ahí estaba. Ese proyecto de Almodóvar es la historia de lucha de una madre que podría ser cualquier madre, con esas u otras circunstancias. De la transexualidad, de los prejuicios, del dolor y de la pérdida. De la amistad y del amor implacable, eterno, protector y a veces destructor hacia los hijos. Y hacia uno mismo. La película de Pedro Almodóvar tuvo siete premios Goya, el Oscar y el César a la mejor película extranjera, el Globo de Oro a la mejor película de habla no inglesa, el premio a mejor director en el festival de Cannes... y una larga lista. El mérito fue del director, de la propia historia, de las arrolladoras actrices, de un guion impecable. Y de la realidad, de la intensidad de la realidad.
Cómicos nómadas en la España gris de la posguerra. Marcada por el hambre, el literal y el onírico. Y con poca piedad por los clichés o por las reticencias a enseñar, sin pudor, lo que fue. Lo que suponía el mundo del teatro para los actores en aquel momento: la agonía de dar cada día un paso más sin nada más que la voluntad por darlo, que el amor por el teatro. El retrato histórico que Fernando Fernán Gómez puso sobre la gran pantalla consiguió el Goya a mejor director y a mejor guion.