TORMENTAS PERFECTAS

Socios abusones

Los europeos siguen sin reaccionar mientras los gobiernan los mercados, la energía y el dinero de los millonarios rusos y árabes

Hace tiempo que hace aguas el negocio de la globalización, después de proporcionar fabulosos beneficios a unos pocos y nada despreciables incrementos de rentas a otros muchos, las célebres nuevas clases medias emergentes. Todo queda sintetizado en el incremento de la desigualdad en el mundo a lo largo de la actual crisis, en la que la política ha sido la criada y el amo el dinero. Últimamente, sin embargo, nos está llegando un suplemento de disgustos.

Es una cuestión, ante todo, de abuso de confianza entre socios. Vladímir Putin, por ejemplo, gracias a los grifos de la energía y a las i...

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Hace tiempo que hace aguas el negocio de la globalización, después de proporcionar fabulosos beneficios a unos pocos y nada despreciables incrementos de rentas a otros muchos, las célebres nuevas clases medias emergentes. Todo queda sintetizado en el incremento de la desigualdad en el mundo a lo largo de la actual crisis, en la que la política ha sido la criada y el amo el dinero. Últimamente, sin embargo, nos está llegando un suplemento de disgustos.

Es una cuestión, ante todo, de abuso de confianza entre socios. Vladímir Putin, por ejemplo, gracias a los grifos de la energía y a las inversiones de los millonarios rusos crecidos al calor del Kremlin, se ha creído con derecho de veto sobre la soberanía de los países europeos de su entorno para firmar acuerdos comerciales o de defensa. Su abuso ha llegado hasta el punto de invadir Ucrania, quedarse con un bocado entero, como es Crimea, y mantener una guerra encubierta en Lugantsk y Donetsk.

Algo no muy distinto sucede con ciertos países productores de petróleo, enriquecidos gracias a nuestra adicción a la gasolina, y algunos de ellos socios capitalistas, patrocinadores e inversores de numerosas empresas, instituciones e incluso entidades deportivas y benéficas nuestras. Ellos no invaden países directamente sino que actúan de forma más subrepticia. Financian la difusión y la enseñanza del islam más rigorista y medieval o exigen de sus socios y amigos que se acomoden en territorio europeo a las prohibiciones y tabúes que rigen en sus países, restringiendo las libertades públicas, y sobre todo la de expresión, con la excusa de no ofender sus sensibilidades.

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Los comunistas chinos conforman una tercera clase de socios, más discreta pero no menos cascarrabias respecto a los límites de la libertad de expresión. En su caso solo suele disgustarles que la prensa occidental cuente historias de corrupción de sus dirigentes. No hay que menospreciar hasta dónde nos tienen pillados con sus inversiones y compras de deuda pública.

De todos los abusones, los peores son los que no se conforman con el chantaje o la presión en los organismos internacionales, sino que desenfundan las armas, aunque sea por matones interpuestos, y sobre todo secuestran la representación de ciudadanos europeos de religión musulmana, para presentar sus ofensivas antioccidentales como si fueran campañas en defensa de minorías oprimidas o marginadas.

Sería invivible un mundo global con veto ruso para la geometría política europea, censura china para las denuncias de corrupción de la élite comunista y prohibición saudí del humor irreverente y la blasfemia. Pero es hacia donde vamos si los europeos seguimos en la actual siesta y no nos decidimos por gobernarnos a nosotros mismos en vez de dejar que nos gobiernen los mercados, el poder de la energía y el dinero de los multimillonarios rusos y árabes. 

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