El acento

Sin explicaciones en Facebook

Sonia Castedo dimite como alcaldesa de Alicante con un simple mensaje depositado en su cuenta de la red social

Soledad Calés

Las redes sociales son un escaparate en el que mucha gente se expone y a veces se exhibe. También pueden servir para lo contrario: un muro tras el que parapetarse para evitar dar explicaciones. Con la osadía que la caracteriza, la alcaldesa de Alicante, Sonia Castedo, eligió el día de su 44º aniversario para hacer pública su renuncia vía Facebook tras una numantina resistencia en el cargo.

En su despedida, genio y figura hasta el último momento: decisión difícil y meditada, me debo a los míos, soy inocente de todo lo que se me acusa... Lo mejor, el final: “No creo que sea necesario deci...

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Las redes sociales son un escaparate en el que mucha gente se expone y a veces se exhibe. También pueden servir para lo contrario: un muro tras el que parapetarse para evitar dar explicaciones. Con la osadía que la caracteriza, la alcaldesa de Alicante, Sonia Castedo, eligió el día de su 44º aniversario para hacer pública su renuncia vía Facebook tras una numantina resistencia en el cargo.

En su despedida, genio y figura hasta el último momento: decisión difícil y meditada, me debo a los míos, soy inocente de todo lo que se me acusa... Lo mejor, el final: “No creo que sea necesario decir nada más”. Hombre, no hubiera estado mal.

Desde hace dos años, Sonia Castedo está imputada en dos causas de corrupción urbanística, los casos Brugal y Rabassa. Con la dimisión nos ahorra —y le ahorra a su partido, el PP— la imagen de una alcaldesa acudiendo, el próximo 16 de enero, a declarar como imputada por los delitos de prevaricación y tráfico de influencias. Hacía más de dos meses que tanto la dirección nacional de los populares como la regional le instaban a dejar el cargo, pero ella se resistía. Era un mal trago para una persona que ha dado tantas muestras de altivez como de escaso sentido del recato en el ejercicio de la política.

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Pero toda ambición ha de servirse con mesura y para alguien que aspiraba a emular a Rita Barberá y estar en la alcaldía treinta años, ha sido el peor final posible. Ha pasado de hacer y deshacer a su antojo, gracias a una mayoría absoluta muy holgada, a tener que abandonar la casa consistorial por la puerta de servicio. Y de la mano de Facebook.

Sonia Castedo se ha convertido, por méritos propios, en el rostro de la prepotencia y de un tipo de liderazgo impertérrito que desoye a propios y extraños para mantenerse a flote mientras dilapida el capital social de la función representativa. Su conducta ha hecho daño, porque ha mostrado la peor forma de hacer política.

Finalmente se ha ido. La puerta está abierta también para muchos otros que, como ella, están imputados por delitos que implican haber traicionado la confianza de la gente que les votó. Algunos podrían imitarla. También en el uso de las redes sociales. Mejor todavía: dando, alguna vez, explicaciones.

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