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Coordinado por Lola Huete Machado

Entierros, tradiciones y ébola

Malcon Linton / Liaison

El eterno debate africano: tradición o modernidad, ante un caso muy concreto como es la epidemia de ébola.

El mensaje me llegó a través de Mohamed, juez en Freetown, Sierra Leona, cuando el otro día charlábamos a través del Messenger y me comentaba: “el ébola está matando a nuestra gente pero la principal razón es que las personas no quieren seguir las normas básicas que se le están dando y evitar contactos físicos como dar la mano o informar inmediatamente de cualquier caso sospechoso. Algunas personas, especialmente en las zonas rurales, lavan los cuerpos de los fallecidos antes de enterrarlos, siguiendo las costumbres tradicionales. Este es el principal problema en la propagación del virus”.

Esta afirmación, un poco desesperada, la hace Mohamed en una semana en que las entidades que trabajan sobre el terreno alertan de un incremento de casos de ébola en Sierra Leona. La Organización Mundial de la Salud (OMS) informaba que la semana del 9 de noviembre se había registrado en el país 421 nuevos contagios. El 13 de noviembre, Umaru Fofana, corresponsal de la BBC en el país, comentaba que solo en ese día se habían producido 66 nuevos contagios, 38 de ellos en la capital del país, Freetown.

Un par de días antes, el 11, la Embajada de Estados Unidos en Freetown, en su comunicado diario sobre la enfermedad, anunciaba que iban a redoblar esfuerzos para garantizar entierros seguros en todo el país ya que la mayoría de los nuevos casos de ébola procedían de entierros que no seguían el protocolo de seguridad establecido. La misma nota decía que preocupaba bastante el hecho de que alrededor del 32 % de los sierraleoneses se negaran a aceptar enterrar a sus muertos sin tocar o lavar los cuerpos. Esto es lo que estaba provocando la rápida expansión de la enfermedad en algunas zonas, sobre todo rurales, llegando ya a todas las partes del país, incluso a las que se habían declarado, hasta hacía poco, libres de ébola.

Hasta el 19 de octubre, Koinadugu, uno de los distritos en la Provincia norte de Sierra Leona, había estado libre de ébola y mucho se había escrito sobre este particular. Sin embargo, ese día se dio la voz de alarma al detectarse el primer caso de la enfermedad. Desde entonces ya han muerto 50 personas, hay 60 casos confirmados y más de 200 personas en cuarentena, según confirma Cruz Roja en Kabala, la capital del distrito.

Desde allí, John me comenta que el primer enfermo llegó de la región de Kono, limítrofe con Koinadugu y famosa por sus minas de diamantes. Se trataba de un comerciante que hacía la ruta entre Kabala y la capital de esa otra región, Koidu. A pesar de toda la sensibilización que se llevaba meses haciendo en la región, a la hora de enterrar al comerciante, se siguieron los ritos tradicionales funerarios y de ahí surgieron los primeros contactos en Koinadugu.

La OMS confirma esta teoría y comenta que uno de cada cinco contagios de ébola se produce en los funerales. Por eso ha reforzado su protocolo sobre entierros y funerales y vuelve a recordar a la población las normas a seguir para llevar a cabo estos de forma segura y evitar, así, que se produzcan nuevos contagios.

Ante cualquier sospecha hay que avisar a las autoridades del distrito o llamar al número habilitado para tal, el 117. También se recomienda mantenerse alejado del cadáver, y no tocar ni el cuerpo, ni la cama ni las sábanas. Lavarse inmediatamente las manos con jabón o una disolución de cloro y esperar hasta que llegue el equipo especializado en enterramientos, que estará protegido con trajes y guantes especiales. El equipo puede que haga un test para confirmar que se trata de una muerte por ébola, pero como el resultado tardará días en llegar, no se puede esperar y hay que proceder inmediatamente a la sepultura. Es posible que se permita a la familia contemplar el entierro desde una distancia de seguridad. Posteriormente, otro equipo desinfectará la casa con productos específicos para ello.

Los ritos funerarios tradicionales en Sierra Leona, al igual que en muchas otras partes de África occidental, son un momento importante en la vida de cualquier comunidad. Durante ellos se toca, abraza o besa a los fallecidos. Las mujeres suelen llorar encima de los cuerpos. Antes del entierro se procede al lavado del cuerpo y a envolverlo en un sudario. En las aldeas no se usan ataúdes, el cuerpo es cargado sobre una camilla y conducido al cementerio donde es depositado en la tuba entre tres o cuatro hombres, como si lo pusieran a dormir. Finalmente, en una ceremonia posterior, se procede a la repartición de las pertenencias del difunto entre familiares y amigos. Evidentemente, todo esto supone un reto a la hora de contener la expansión de la enfermedad.

Pero es difícil luchar contra las tradiciones, especialmente cuando se trata de ancianos que ven que todo su mundo se desmorona y que ellos mismos, al morir, pueden no tener un entierro adecuado y no convertirse, así, en antepasados de sus pueblos, a los que todo el mundo respeta y ofrece ofrendas y a los que acuden para que intercedan por los vivos antes el dios supremo cuando tienen problemas, sino por el contrario pasar la eternidad vagando convertidos en fantasmas a los que todo el mundo teme y se hacen ritos para liberarse de ellos.

Es tarea difícil para los equipos de sensibilización el cambiar mentalidades y para la sociedad tradicional y su mundo de creencias el reposicionarse ante esta epidemia, pero no les cabe otra que entenderse.

Comentarios

Alguien me dijo en Sierra Leona: "Es muy duro tener que enterrar a tus familiares como si fueran una mascota". Es decir, cogerles, meterles en una bolsa, y que otras personas que no conoces y ni siquiera puedes reconocer detrás de sus trajes de aislamiento les metan en un agujero. Ahora en Sierra Leona, dejan a familiares y lideres religiosos que digan unas palabras antes de que los enterradores recojan el cuerpo. Les dejan ir al cementerio con bolsas de plástico en los pies y les permiten dejar algún ornamento en la tumba, marcada con un palo donde figura el nombre del fallecido por un lado, y por otro el número de defunción de los juzgados. A parte de ritos tradicionales o religiosos, entiendo que muchos laven y toquen el cadáver antes de que lleguen los enterradores. Se trata solo de dignidad. Dejarías que alguien viese a tu padre, tu madre, tu mujer o tu hijos muertos en una cama sucia por la agonía de la enfermedad? O cambiarías sus sábanas, lavarías su cuerpo, tratarías de que fuera visto, aunque sea solo por esos hombres del traje, como una persona digna en vez de un cuerpo que murió entre sangre, vómitos o heces? No se lucha contra rituales, sino contra la obligación irreprochable de dar dignidad a nuestros muertos. En Europa estamos acostumbrados a que la gente muera en un hospital. Allí alguien hace ese trabajo por nosotros. O al menos no vemos la manera en que murieron. Pero cuando mueren en casa, tras horas de agonía, imagino que es complicado respetar los protocolos. Solo el miedo, o la ley, puede impedir a alguien que haga lo que debe hacer con sus seres queridos: cuidar de los enfermos -tus padres, o tu hijos- cuando ves que se están muriendo. Deberías aislarlos para detener la enfermedad en lugar de estar junto a ellos en sus últimas horas? A ver quien tiene el corazón para hacer eso...
Alguien me dijo en Sierra Leona: "Es muy duro tener que enterrar a tus familiares como si fueran una mascota". Es decir, cogerles, meterles en una bolsa, y que otras personas que no conoces y ni siquiera puedes reconocer detrás de sus trajes de aislamiento les metan en un agujero. Ahora en Sierra Leona, dejan a familiares y lideres religiosos que digan unas palabras antes de que los enterradores recojan el cuerpo. Les dejan ir al cementerio con bolsas de plástico en los pies y les permiten dejar algún ornamento en la tumba, marcada con un palo donde figura el nombre del fallecido por un lado, y por otro el número de defunción de los juzgados. A parte de ritos tradicionales o religiosos, entiendo que muchos laven y toquen el cadáver antes de que lleguen los enterradores. Se trata solo de dignidad. Dejarías que alguien viese a tu padre, tu madre, tu mujer o tu hijos muertos en una cama sucia por la agonía de la enfermedad? O cambiarías sus sábanas, lavarías su cuerpo, tratarías de que fuera visto, aunque sea solo por esos hombres del traje, como una persona digna en vez de un cuerpo que murió entre sangre, vómitos o heces? No se lucha contra rituales, sino contra la obligación irreprochable de dar dignidad a nuestros muertos. En Europa estamos acostumbrados a que la gente muera en un hospital. Allí alguien hace ese trabajo por nosotros. O al menos no vemos la manera en que murieron. Pero cuando mueren en casa, tras horas de agonía, imagino que es complicado respetar los protocolos. Solo el miedo, o la ley, puede impedir a alguien que haga lo que debe hacer con sus seres queridos: cuidar de los enfermos -tus padres, o tu hijos- cuando ves que se están muriendo. Deberías aislarlos para detener la enfermedad en lugar de estar junto a ellos en sus últimas horas? A ver quien tiene el corazón para hacer eso...

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