Cartas al director

La decisión de votar

Acabo de enterarme de que los catalanes que no vivimos en Cataluña no tendremos derecho a votar en el referéndum del día 9 de noviembre si este se llega a celebrar. Probablemente Artur Mas se habrá percatado de que yo, como muchos otros catalanes emigrantes, hemos vivido de primera mano el orgullo de ser español y el honor de ser hijo de una tierra única como es Cataluña. Seguramente será el miedo a que los emigrantes digamos que queremos seguir siendo españoles aunque llevemos a Cataluña en las entrañas, lo que ha motivado esa incomprensible medida. Leo que es por la dificultad técnica por lo...

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Acabo de enterarme de que los catalanes que no vivimos en Cataluña no tendremos derecho a votar en el referéndum del día 9 de noviembre si este se llega a celebrar. Probablemente Artur Mas se habrá percatado de que yo, como muchos otros catalanes emigrantes, hemos vivido de primera mano el orgullo de ser español y el honor de ser hijo de una tierra única como es Cataluña. Seguramente será el miedo a que los emigrantes digamos que queremos seguir siendo españoles aunque llevemos a Cataluña en las entrañas, lo que ha motivado esa incomprensible medida. Leo que es por la dificultad técnica por lo que no podremos votar, y no puedo dejar de sentir vergüenza porque mi tierra hoy sufra de problemas de esa índole. Sea como fuere, solo quisiera hacer saber mi opinión y mi sentimiento, y es que como catalán quiero morir en mi tierra, no en otra parte, porque así moriré en mi país, España, rodeado de una mujer andaluza a la que adoro y de unos hijos nacidos allí y aquí que no entienden la razón de que no todos los catalanes quieran ser españoles. Cataluña es tanto mi tierra como la vuestra, yo también quiero decidir su futuro.— Jordi Molina i Gómara.

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Soy uno más de esos que Francesc de Carreras define como no independentistas, pero que quieren votar para decidir si permanecer en España. Y estoy de acuerdo con él en que esta consulta no es la que yo quiero. Pero cuando señala la autoridad de los tribunales al tiempo que reclama la necesidad de la política y de la pedagogía, olvida que el sistema judicial y el constitucional en particular ha perdido hace tiempo esa autoridad. Lo que debía ser una negociación honesta y responsable para elegir a los mejores se ha convertido en un sistema de cuotas. Es el sistema político el que no tiene ningún prestigio, ni siquiera entre los que, como él y yo, ayudamos a construirlo y hemos visto cómo dejaba de cumplir su trabajo. Es el modelo, no el desafío catalán. Y es la incompetencia y el egoísmo de la “casta” que el mismo sistema ha seleccionado. Por eso ha hecho fortuna la expresión de Pablo Iglesias. Pese a eso queremos que haya una votación, pactada y con todas las formalidades, incluso con esta legalidad caduca, porque, si no, la crisis se cerrará en falso y dejará muchas más heridas que soluciones. Hay que ganar sin humillar, porque al día siguiente habrá que seguir hablando.— Ramón Sánchez Ramón. Barcelona.

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