Cartas al director

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Los contratos de becarios o en prácticas fueron creados con el propósito de formar y enseñar a un joven licenciado, o en proceso de ello, con el objeto de que, en un futuro, una vez terminada su formación, pudiera incorporarse a la plantilla de la empresa, con los conocimientos y experiencia necesarios para poder aportar y crecer dentro de ella.

Hoy en día el puesto de becario es uno más, no se busca una persona para que se quede, se busca una persona que saque adelante el trabajo de un empleado más pero por la mitad (o menos) de dinero.

El becario está 6 o 12 meses en la empresa...

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Los contratos de becarios o en prácticas fueron creados con el propósito de formar y enseñar a un joven licenciado, o en proceso de ello, con el objeto de que, en un futuro, una vez terminada su formación, pudiera incorporarse a la plantilla de la empresa, con los conocimientos y experiencia necesarios para poder aportar y crecer dentro de ella.

Hoy en día el puesto de becario es uno más, no se busca una persona para que se quede, se busca una persona que saque adelante el trabajo de un empleado más pero por la mitad (o menos) de dinero.

El becario está 6 o 12 meses en la empresa formándose para luego incorporarse, pero cuando ha acabado su contrato de prácticas se le ofrecen dos opciones muy claras: o renuevas tu beca o te vas a la calle y cogemos a otro, así de fácil, así de real.

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Las empresas han encontrado una oportunidad fantástica que no podía desaprovechar: tener a personas con estudios, idiomas (muchas veces más de uno) y experiencia suficiente como para hacer el mismo trabajo cualificado que cualquier otra persona de la empresa, pero casi gratis.

Los jóvenes, y no tan jóvenes, —conozco personas de 30 años que siguen siendo becarios— nos encontramos saltando de beca en beca, de empresa en empresa, sin que ninguna apueste por ti. “Buscamos jóvenes con talento y ganas”, rezan muchas ofertas de Internet. A la generación mejor preparada de nuestra historia el talento le sobra. Las ganas nos las están quitando.— Alejandro García Arce.

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