Opinión

La ‘agnotología’

Se fabrica de modo intencionado la duda y la ignorancia para que las cosas no salgan

Después del verano, los asuntos relacionados con la regeneración democrática han sustituido en la agenda pública a los relacionados con la crisis económica, como si ésta se hubiese superado y los problemas vinculados a su gestión ya no permanecieran entre nosotros. Cambiar de tema por agotamiento.

Es peculiar que se trate a los déficits de la democracia como si fuesen de raíz española, pero no es así. Para su estudio se necesita una perspectiva comparada, no sea que alguien vuelva a proponer a un “cirujano de hierro” como Joaquín Costa, o la necesidad de un tecnócrata como salvador de l...

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Después del verano, los asuntos relacionados con la regeneración democrática han sustituido en la agenda pública a los relacionados con la crisis económica, como si ésta se hubiese superado y los problemas vinculados a su gestión ya no permanecieran entre nosotros. Cambiar de tema por agotamiento.

Es peculiar que se trate a los déficits de la democracia como si fuesen de raíz española, pero no es así. Para su estudio se necesita una perspectiva comparada, no sea que alguien vuelva a proponer a un “cirujano de hierro” como Joaquín Costa, o la necesidad de un tecnócrata como salvador de la patria, como ocurrió hace poco en Grecia e Italia. La realidad es que en todo tipo de democracias, avanzadas o emergentes, proporcionales, mayoritarias o presidencialistas, se multiplican los ejemplos de desafección de los ciudadanos respecto a sus élites. Quizá es que la democracia no está dando tantos resultados como las expectativas generadas, y que el dúo democracia y capitalismo, que ha funcionado razonablemente bien desde la II Guerra Mundial, da muestras de un desequilibrio creciente en beneficio del segundo y en detrimento de la primera.

Un resultado de la Gran Recesión ha sido los esfuerzos de muchos de sus responsables de inyectar ruido en la opinión pública
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Los economistas suelen pedir prestados para su léxico conceptos y verbos provenientes de otras ciencias, dada la pobreza de aquél (cáncer, metástasis, enfriar, calentar...). Ahora han introducido la noción de agnotología (por ejemplo, el historiador y filósofo del pensamiento económico de la Universidad de Notre Dame Philip Mirowski en su muy notable ensayo Nunca dejes que una crisis te gane la partida; editorial Deusto). La agnotología es el estudio centrado en la fabricación intencionada de la duda y la ignorancia en la población por motivos interesados.

A veces, la ambición de algunos gobernantes en apuros, necesitados de tiempo (electoral), es sembrar la duda y la ignorancia. No se trata tanto de convencer a los indecisos como de nublar la mente de quienes carecen de la paciencia para profundizar en las situaciones. La agnotología se desarrolló con la industria del tabaco y el cáncer de pulmón y siguió con el calentamiento global, la teoría de la evolución o la eficacia de determinados medicamentos. Como si no hubiera suficientes argumentos científicos para demostrarlos.

Desde hace tiempo, la agnotología se ha trasladado a la economía. Un resultado sin precedente de la Gran Recesión ha sido los denodados esfuerzos de muchos de sus responsables de inyectar cantidades ingentes de ruido en la opinión pública, dirigidas a confundir a una población irritada y nerviosa sobre las causas y las consecuencias de lo sucedido.

Habría que evitar que ahora sucediese lo mismo con la llamada regeneración democrática. Lo que diferencia a España de otros países es, sobre todo, una tasa de paro del 25%, con todo lo que significa en materia de empobrecimiento, desigualdad y ausencia de salidas. Lo demás, en uno u otro grado, lo tienen los demás países. 

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