Editorial

Profecías arriesgadas

Hay muchos factores que retrasan el éxito del coche eléctrico; 600.000 unidades en 2020 también parece una exageración

MARCOS BALFAGÓN

Cuando se avanzan enfáticas previsiones sobre cualquier producto o servicio lo más probable es que su evolución real sea mala o mediocre. Tráigase a cuento el caso de los coches eléctricos. Fueron una gran obsesión de los Gobiernos de Rodríguez Zapatero, en particular durante la época de Miguel Sebastián como ministro de Industria. El ministro llegó a pronosticar, sin que se conozcan con exactitud los fundamentos de la profecía, que en 2015 circularían por las carreteras españolas un millón de automóviles eléctricos, para beneficio del medio ambiente y de la fluidez del tráfico. Es el tipo de ...

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Cuando se avanzan enfáticas previsiones sobre cualquier producto o servicio lo más probable es que su evolución real sea mala o mediocre. Tráigase a cuento el caso de los coches eléctricos. Fueron una gran obsesión de los Gobiernos de Rodríguez Zapatero, en particular durante la época de Miguel Sebastián como ministro de Industria. El ministro llegó a pronosticar, sin que se conozcan con exactitud los fundamentos de la profecía, que en 2015 circularían por las carreteras españolas un millón de automóviles eléctricos, para beneficio del medio ambiente y de la fluidez del tráfico. Es el tipo de previsión teñida de prepotencia e impunidad (en España pocos se hacen responsables de sus palabras) similar a la promesa (ésta es del popular González Pons) de que España crearía tres millones de puestos de trabajo durante la legislatura. Pues bien, en 2014 están circulando unos 50.000 coches eléctricos... pero por toda Europa. ¿Hay que desconfiar de la profecía de Sebastián o creer a pies juntillas que en 2015 se venderán todos los que faltan? Puede disimularse la exageración cuando se trata de promesas políticas; pero en las económicas, que suelen medirse, contarse o pesarse, constituye una osadía innecesaria.

Hay muchos factores que retrasan el éxito del coche eléctrico. Todas son conocidas y deberían inducir a la prudencia. No hay una red de puntos de recarga, la autonomía es más limitada que la del motor de combustión, la velocidad eléctrica es por el momento inferior a la convencional y la fabricación es costosa. Cualquier economista o empresario medianos interpretaría que la popularidad de los coches eléctricos será inversamente proporcional al precio; y éste depende de los costes de fabricación. Reducirlos costará entre un lustro y un decenio. Este es casi todo el misterio.

Por tanto, las nuevas previsiones que apuntan a 600.000 vehículos eléctricos en 2020 corren el riesgo de convertirse en el mismo fiasco que las de Sebastián. El margen de crecimiento es alto, pero la velocidad de crecimiento de las ventas acelerará durante los últimos años de la década. Es el margen de tiempo que tienen las empresas eléctricas para encarecer el precio de la electricidad en las estaciones de recarga; y el plazo que tiene el Gobierno para poner un impuesto al kilovatio en el motor.

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