Editorial

Liderazgo europeo

Matteo Renzi relanza el proyecto de la UE defendiendo el crecimiento y la integración

En ocasiones bastan unos pocos minutos para marcar un punto de inflexión en una dinámica que parecía invariable. Eso es precisamente lo que hizo el miércoles el primer ministro italiano, Matteo Renzi, ante el Parlamento Europeo. En una intervención marcada por el calendario habitual —el inicio de una presidencia semestral de la UE, la italiana en este caso— y ante una Eurocámara en la que los adversarios del europeísmo están más representados que nunca, el exalcalde de Florencia empleó apenas veinte minutos de vibrante discurso, sin guiones de por medio pero con una gran altura oratoria, para ...

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En ocasiones bastan unos pocos minutos para marcar un punto de inflexión en una dinámica que parecía invariable. Eso es precisamente lo que hizo el miércoles el primer ministro italiano, Matteo Renzi, ante el Parlamento Europeo. En una intervención marcada por el calendario habitual —el inicio de una presidencia semestral de la UE, la italiana en este caso— y ante una Eurocámara en la que los adversarios del europeísmo están más representados que nunca, el exalcalde de Florencia empleó apenas veinte minutos de vibrante discurso, sin guiones de por medio pero con una gran altura oratoria, para reivindicar la vigencia de la idea de Europa y el papel de la política, y los políticos, en ella.

El mensaje de Renzi fue acertado en la forma y en el fondo, además de ser la mejor explicación de por qué ha derrotado en las pasadas elecciones europeas a la dialéctica populista en su propio país. En la forma porque, tras varias jornadas en las que la Eurocámara había sido convertida —por parte los nuevos europarlamentarios contrarios a la Unión— en escenario de incidentes en busca de la fotografía, el primer ministro italiano hizo un canto a la política europea combinando modernidad, clasicismo, humor y erudición.

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Y acertado en el fondo, porque no restando importancia a las cuestiones financieras, Renzi puso el foco en la consecución del proyecto europeo. Sin proponer un cambio brusco de dirección ni defender saltos en el vacío, criticó el formalismo en el que ha caído Bruselas y recordó que el crecimiento es fundamental, y que el capital más importante —al que hay que servir en última instancia— no es el financiero, sino el humano. Y alejándose dramáticamente del discurso que barre a Europa de punta a punta, entonó un insólito mea culpa exonerando a Bruselas de la crisis en su propio país.

Con su discurso, Renzi no sólo ha hecho una propuesta seria de renovación de la manera de abordar los asuntos europeos, desde la inmigración al desempleo juvenil: ha marcado una hoja de ruta al resto de sus colegas europeos que se sienten acorralados ante las voces que denuncian que lo nuevo, la juventud y los verdaderos valores, están fuera de la Unión Europea.

El político socialdemócrata, de 39 años, mostró ambición y determinación al recoger el guante ante los próximos y urgentes desafíos de la UE, máxime cuando él ya está comprometido en su propio país con una de las reformas más importantes de la vida republicana italiana. Solo con que Renzi lograra sacar adelante el proyecto de ley electoral y reforma del Senado —que en la actualidad dispone de los mismos poderes que la Cámara de Diputados para hacer caer un Gobierno—, Italia podría embarcarse en una senda de estabilidad política desconocida desde hace muchos años. En todo caso, desde el sur de Europa se ha mostrado un camino con valores históricos y nuevos en la UE. Y tal vez un líder capaz de recorrerlo.

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