Cartas al director

Abdicar en absoluto

Le agradezco más a Pedro Álvarez de Miranda (Cartas al director, 24 de junio) su buena intención que su clarividencia. La primera no era necesaria, pues ningún lío hay en mi comentario sobre el verbo abdicar. La impresión es que don Pedro ha leído con más celo la entrada correspondiente del Diccionario de Seco que mi artículo Gramática del reino (22 de junio), en el que digo “requiere habitualmente” (la cursiva la pongo ahora para que don Pedro no vuelva a confundirse).

Por mi trabajo, y por gusto, consulto con mucha frecuencia los diccionari...

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Le agradezco más a Pedro Álvarez de Miranda (Cartas al director, 24 de junio) su buena intención que su clarividencia. La primera no era necesaria, pues ningún lío hay en mi comentario sobre el verbo abdicar. La impresión es que don Pedro ha leído con más celo la entrada correspondiente del Diccionario de Seco que mi artículo Gramática del reino (22 de junio), en el que digo “requiere habitualmente” (la cursiva la pongo ahora para que don Pedro no vuelva a confundirse).

Por mi trabajo, y por gusto, consulto con mucha frecuencia los diccionarios, y por ello sé, como casi todo el mundo, que las acepciones posibles de cualquier voz no tienen el mismo rango de uso. La premisa de mi artículo era justamente que la no utilización del modo más habitual de abdicar le daba al comunicado real un cierto aire “anómalo”; no se decía “erróneo” ni se “recusaba”, y eso sí que es un disparate de la citada carta al director, a mi admirado Eduardo Mendoza. Curiosa falta de precisión en un corrector tan —en apariencia— puntilloso como el señor Álvarez de Miranda, a quien, para su tranquilidad, le informo de que era, ya antes de leerle, conocedor también de la opción gramatical absoluta del verbo, sin complemento. Afortunadamente no fue esa la elegida por los redactores del mensaje de Juan Carlos I; podría haber sido mal interpretada, por ligereza, manía o falta de humor, como un signo de absolutismo, ajeno al Rey saliente.— Vicente Molina Foix.

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