Cartas al director

La trampa del eufemismo

Las relaciones sociales necesitan de una comunicación educada y a ser posible amable. Para ello se utilizan términos que no resulten molestos o desagradables para los interlocutores: los eufemismos. La pudibunda sociedad actual parece ensuciarse con el uso de algunas palabras y tiende a reducir sus efectos nocivos con otras que a su vez terminarán por envilecerse. Hay que admitirlo.

Lo que ya no parece tan normal, por el contrario merece el reproche de los ciudadanos, es el uso del eufemismo con la intención descarada del engaño. Los profesionales de la política están obligados a contar...

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Las relaciones sociales necesitan de una comunicación educada y a ser posible amable. Para ello se utilizan términos que no resulten molestos o desagradables para los interlocutores: los eufemismos. La pudibunda sociedad actual parece ensuciarse con el uso de algunas palabras y tiende a reducir sus efectos nocivos con otras que a su vez terminarán por envilecerse. Hay que admitirlo.

Lo que ya no parece tan normal, por el contrario merece el reproche de los ciudadanos, es el uso del eufemismo con la intención descarada del engaño. Los profesionales de la política están obligados a contarnos la realidad, sin subterfugios de ningún tipo, sin edulcoramientos, sin trampas. A nuestros jóvenes que tienen que salir a trabajar al extranjero, lo de la “movilidad exterior” seguramente les producirá indignación, cuando no risa. “Las reformas estructurales necesarias”, en la calle se llaman recortes, “un crecimiento negativo” en el castellano de los ciudadanos es recesión, La perversión de la lengua y su uso retorcido desenmascara a los que realizan esas prácticas porque el ciudadano es inteligente, y sabe leer y entender que esconderse detrás de las palabras no oculta una realidad cruel.— Manuel Cojo Marcos.

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