San Jorge contra los trepas

El ministro Jorge Fernández-Díaz me dio la idea del siglo para repeler el intolerable asalto anual de los becarios: las mallas antitrepas

JOAQUÍN SÁNCHEZ

Voy a decirlo finamente para los delicados de espíritu: estoy hasta las ubres de Miley Cyrus. Sí, mujer, la artista antes conocida como Hannah Montana. Una exniñata prodigio yanqui, exprincesa Disney por más señas, que antes daba grima de tan cursi y ahora da asco de tan grosera. Cantar no canta mal, la chiquilla: esa berrea de hembra en celo que se lleva ahora, pero lo que mejor hace es dar el cante gratuitamente. Que si saca la lengua, que si enseña el perineo, que...

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Voy a decirlo finamente para los delicados de espíritu: estoy hasta las ubres de Miley Cyrus. Sí, mujer, la artista antes conocida como Hannah Montana. Una exniñata prodigio yanqui, exprincesa Disney por más señas, que antes daba grima de tan cursi y ahora da asco de tan grosera. Cantar no canta mal, la chiquilla: esa berrea de hembra en celo que se lleva ahora, pero lo que mejor hace es dar el cante gratuitamente. Que si saca la lengua, que si enseña el perineo, que si se besa con Katy Perry, que si hace como si se tira a diestro y siniestro, que si se introduce el micro por todos los orificios, qué aburrimiento.

Casi tanto como el vídeo de Shakira y Rihanna haciendo como que se dan el lote del milenio. Una rubia oscura y una morena clara revolcándose juntas con lencería ultrarreductora y tacones de aguja en plan mira qué modernas somos, que estamos superliberadas y pasamos de vosotros, machos opresores. O sea: la fantasía sexual de todos los varones heterosexuales del planeta desde los homínidos de Atapuerca. Menudo escandalazo. Y para terminar de arreglarlo, va la bomba latina y confiesa en la tele colombiana que es que Piqué, el padre de su hijo, no la deja rodar con tíos y no le iba a negar ese capricho a su hombre. Ella, que lo más fino que le aullaba a Pitbull era “aráñame la espalda y muérdeme la boca”. Total, que si eso es el nuevo feminismo, que venga el obispo Reig Pla y lo bendiga. Por mí, que liberen a otra. De transgresoras, nada. Unas arribistas por la vía de toda la vida es lo que son las nuevas divas.

Por cierto, que el otro día se me apareció la Vírgen, perdón, su siervo en la tierra, Jorge Fernández-Díaz, y me dio la idea del siglo para repeler el intolerable asalto anual de los becarios. Hipertrofiadita tiene una la vejiga de estar todo el santo día sin levantarse ni a orinar de la silla por miedo a que se la quiten los Másteres del Universo, cuando resulta que la solución estaba en la ferretería de la esquina: las mallas antitrepas. Sí, ¿qué pasa? Si el ministro más pío del Ejecutivo las quiere poner en la frontera para que no entren en Europa los hambrientos de pan, por poco cristiano que parezca, ¿no las voy a poder poner yo protegiendo mi mesa para que no me jubilen los hambrientos de gloria de los nuevos, por muy pijos que sean de hecho?

Como que estoy por denunciar el caso a la comisaria del ramo, Cecilia Malmström, e invitarla a pasar un día en mi curro para que vea la presión sucesoria, igual que la convidó el ministro a las vallas de Ceuta y Melilla para que constatase la migratoria. Tenías que verlo el otro día con su traje, su corbata y sus gafas de sol antediluvianas, patrullando el espigón donde murieron 15 personas, en plan san Jorge contra el dragón de los subsaharianos. Hasta sacó fotos con el móvil, como si no tuviera a los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado en pleno a sus órdenes. Apuesto a que se hizo un selfie y se lo mandó por WhatsApp diplomático a la comisaria de marras marcando el territorio: “En El Tarajal, guardando a España”.

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