Cartas al director

La atrocidad de los niños soldado

 En casi 20 países, la mala regulación de las transferencias internacionales de armas que ha venido sucediéndose hasta ahora ha seguido contribuyendo a que los grupos armados, y en ocasiones las fuerzas gubernamentales, recluten y empleen en las hostilidades a niños y niñas menores de 18 años. Por ejemplo, las recientes investigaciones llevadas a cabo sobre el terreno por Amnistía Internacional en Malí revelaron, una vez más, el horror en que viven los niños y niñas soldado que son reclutados en numerosos conflictos de todo el mundo para apoyar a tropas y grupos armados, en ocasiones incluso e...

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 En casi 20 países, la mala regulación de las transferencias internacionales de armas que ha venido sucediéndose hasta ahora ha seguido contribuyendo a que los grupos armados, y en ocasiones las fuerzas gubernamentales, recluten y empleen en las hostilidades a niños y niñas menores de 18 años. Por ejemplo, las recientes investigaciones llevadas a cabo sobre el terreno por Amnistía Internacional en Malí revelaron, una vez más, el horror en que viven los niños y niñas soldado que son reclutados en numerosos conflictos de todo el mundo para apoyar a tropas y grupos armados, en ocasiones incluso en primera línea de fuego.

En la ciudad de Diabaly, situada a unos 400 kilómetros al noroeste de la capital del país, Bamako, varias personas, entre ellos el teniente de alcalde, afirmaron haber visto a niños de entre 10 y 17 años con los grupos armados islamistas que se habían hecho con el control de la zona. Al parecer, según uno de los testigos, los niños llevaban rifles; uno de ellos era tan pequeño que en ocasiones arrastraba el suyo. Terrible. Ni el consenso prácticamente universal, ni los enérgicos esfuerzos internacionales liderados por las Naciones Unidas para poner fin al fenómeno han logrado proteger a decenas de miles de niños de la participación en la guerra. Donde surge un conflicto armado, los menores acaban participando en él como soldados. ¿Hasta cuándo estas atrocidades?— Nacho Laffarga de Cárdenas.

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