Sociedad contemporánea
Asistimos a un proceso de deshumanización constante. Concebimos al propio ser humano, a nosotros mismos, como un simple número. No tenemos nombre, ni historia y mucho menos sentimientos. En cualquier noticia podemos atisbar un número de afectados por algunas medidas o catástrofes, pero no sabemos nada más de ellos.
La empatía ha desaparecido de nuestro mundo y se aleja con una rapidez propia de cualquier ser que huye de su muerte. Hemos aprendido a leer para enterarnos de la actualidad, pero no para pensarla. Que un terrorista suicida haya matado a 10 personas nos consterna, cuando nos ...
Asistimos a un proceso de deshumanización constante. Concebimos al propio ser humano, a nosotros mismos, como un simple número. No tenemos nombre, ni historia y mucho menos sentimientos. En cualquier noticia podemos atisbar un número de afectados por algunas medidas o catástrofes, pero no sabemos nada más de ellos.
La empatía ha desaparecido de nuestro mundo y se aleja con una rapidez propia de cualquier ser que huye de su muerte. Hemos aprendido a leer para enterarnos de la actualidad, pero no para pensarla. Que un terrorista suicida haya matado a 10 personas nos consterna, cuando nos enteramos de que ese atentado ha tenido lugar en Bagdad y encima los muertos son musulmanes se nos volatiliza la pena.
Se presenta un mundo complicado de comprender, centrado en su propio ombligo, sin poder pensar por sí mismo y mucho menos pensar por los demás, “mientras no me afecte a mí”. Nos hemos olvidado del valor supremo de la vida y lo peor de todo, lo sabemos.— Alberto Briones Herranz.