El acento

Políticos que dimiten

Comienza el juicio al ex presidente federal de Alemania, Christian Wulff, por un presunto cohecho de 720 euros

Marcos Balfagón

Veintiún meses después de haber dimitido como presidente federal de Alemania, el democristiano Christian Wulff se ha sentado en el banquillo de los acusados por un delito de cohecho. Es la primera vez que un cargo tan importante es juzgado por corrupción, pero el proceso puede deparar sorpresas. Tras una acusación inicial de cohecho y tráfico de influencias, la fiscalía solo ha podido sostener un presunto delito de soborno por un importe de 720 euros: un viaje y una cena supuestamente pagados por un empresario para que influyera en su beneficio.

Wulff rechazó un acuerdo con la fiscalía ...

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Veintiún meses después de haber dimitido como presidente federal de Alemania, el democristiano Christian Wulff se ha sentado en el banquillo de los acusados por un delito de cohecho. Es la primera vez que un cargo tan importante es juzgado por corrupción, pero el proceso puede deparar sorpresas. Tras una acusación inicial de cohecho y tráfico de influencias, la fiscalía solo ha podido sostener un presunto delito de soborno por un importe de 720 euros: un viaje y una cena supuestamente pagados por un empresario para que influyera en su beneficio.

Wulff rechazó un acuerdo con la fiscalía y confía en un veredicto de inocencia que le permita restaurar su nombre y tal vez volver a la política, aunque esto es más improbable. Entre otras cosas porque el que en su día fue citado como posible delfín de la canciller Angela Merkel ha visto cómo, en paralelo al escándalo de corrupción, su vida personal era también pasto de los tabloides. Wulff es católico y no fue bien visto que, tras 18 años de matrimonio, siendo primer ministro de Baja Sajonia, se divorciara para casarse con una mujer que tiene 14 años menos que él, madre soltera y embarazada de un hijo suyo.

Su nueva esposa, Bettina Wulff, le acompañó a la residencia presidencial, pero los rumores sobre un supuesto pasado como escort, aunque desmentidos con energía, empañaron la imagen de la primera dama y la del propio presidente. Wulff reaccionó además de la peor manera posible ante las primeras informaciones que le acusaban de corrupción: intentando parar la publicación con amenazas al director del diario Bild, con el torpe agravante de dejar constancia de ello en un buzón de voz.

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Dimitió en febrero de 2012 y su matrimonio con Bettina no sobrevivió ni un año, aunque ella supo sacar provecho sumándose al reducido grupo de osados que publican su autobiografía antes de los 40 años.

De toda esta historia, aparte de constatar lo efímero de la gloria política y mediática, interesa su valor de ejemplo. En Alemania los políticos que son imputados dimiten, la sociedad no se muestra comprensiva con la corrupción y la justicia funciona con envidiable rapidez. ¿Por qué allí sí y aquí no?

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