Cartas al director

Los que vivimos en Cataluña

Suscribo en lo principal el artículo del profesor Tortella del pasado sábado. Respecto a la responsabilidad de CiU en la actual situación de las finanzas de la Generalitat podría, si tuviera espacio, aportar algunos testimonios de primera mano.

Pero el profesor Tortella deja de lado otros aspectos que los que vivimos en Cataluña por elección gustosa y dispuestos a seguir aquí conocemos muy bien. Como yo, otros, no sé cuántos, nos hemos quedado en medio. No soy nacionalista, de eso me vacunó mi infancia en Huesca en los años cincuenta. Tengo mis afectos, pero no se me ocurre convertirlos...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

Suscribo en lo principal el artículo del profesor Tortella del pasado sábado. Respecto a la responsabilidad de CiU en la actual situación de las finanzas de la Generalitat podría, si tuviera espacio, aportar algunos testimonios de primera mano.

Pero el profesor Tortella deja de lado otros aspectos que los que vivimos en Cataluña por elección gustosa y dispuestos a seguir aquí conocemos muy bien. Como yo, otros, no sé cuántos, nos hemos quedado en medio. No soy nacionalista, de eso me vacunó mi infancia en Huesca en los años cincuenta. Tengo mis afectos, pero no se me ocurre convertirlos en un programa político y, en cualquier caso, son afectos a personas, no a territorios ni a folclores. La política se hace con otras palabras: justicia, solidaridad, libertad, igualdad, bien común. A veces en Cataluña me siento sospechoso por mi origen castellà. Y cuando salgo, me siento sospechoso porque vivo en Cataluña. Pero he sufrido más agresiones fuera de Cataluña por ser catalán que en Cataluña por no serlo. Más y más agresivas. No soy nacionalista, pero sé quién les ha dado la munición a los nacionalistas catalanes para tanto destrozo.— Ramón Sánchez Ramón. Barcelona.

Haz que tu opinión importe, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

El concepto de que la actitud de España ante la incómoda Cataluña ha de ser la “conllevancia” no lo acuñó Azaña, sino Ortega. Lo digo porque ya nos gustaría a los catalanes oír en España voces como la de Azaña en 1932: “España construyó su Estado (…) agrupándose Estados peninsulares, en los cuales, lo único común era la Corona, pero sin que existiese entre ellos comunicación orgánica. Tan no existía, que la Monarquía entonces ni siquiera se llamaba española, sino católica”. En cambio, lo más común es leer opiniones como la suya que afirman sin titubeos que la nación española nació en “1479 nada menos”.

Lamento decirle que a los catalanes que no somos independentistas ni simpatizamos con las verdades absolutas, este tipo de opiniones tan intencionadamente sesgadas y rellenas de nacionalismo español, no hace otra cosa que empujarnos, a pesar nuestro, a preparar un “sí” para el día de la hipotética consulta sobre la independencia de Cataluña.— Joan Peitx Junyent. Arenys de Mar, Barcelona.

Archivado En