Kate Winslet rejuvenece 10 años en su última portada

La edición estadounidense de 'Vogue' hizo desaparecer todas sus arrugas y varios lunares La prensa británica espera ansiosa la reacción de la actriz, enemiga acérrima de los retoques

Portada de noviembre de 2013 de la edición estadounidense de 'Vogue'.

Kate Winslet ha asegurado en numerosas ocasiones que se siente muy cómoda con su cuerpo y que no soporta los abusos del Photoshop. La actriz es partidaria de la naturalidad, pero, al parecer, las revistas de moda no son de su misma opinión. El Vogue estadounidense ha publicado una portada protagonizada por una irreconocible Winslet para su número de noviembre. La actriz aparece visiblemente más joven, sin arrugas de expresión ni rastro de sus característicos lunares y con el azul de sus ojos más inten...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

Kate Winslet ha asegurado en numerosas ocasiones que se siente muy cómoda con su cuerpo y que no soporta los abusos del Photoshop. La actriz es partidaria de la naturalidad, pero, al parecer, las revistas de moda no son de su misma opinión. El Vogue estadounidense ha publicado una portada protagonizada por una irreconocible Winslet para su número de noviembre. La actriz aparece visiblemente más joven, sin arrugas de expresión ni rastro de sus característicos lunares y con el azul de sus ojos más intenso de lo habitual. Las fotos son obra de su gran amigo, el fotógrafo peruano Mario Testino, con quien bromeó abiertamente sobre sus inseguridades físicas durante la sesión, debido a su avanzado embarazo. Ahora, la prensa británica espera ansiosa la reacción de la oscarizada actriz de 38 años, que espera su tercer hijo, fruto de su matrimonio con Ned RocknRoll, sobrino del dueño de Virgin Richard Branson.

Y es que no es la primera vez que la actriz británica es objeto de retoques excesivos. Hace diez años, la edición británica de GQ publicó una imagen en la que por arte de magia perdía varios kilos. En aquella ocasión, Winslet no se mordió la lengua. Aseguró que el retrato había sido alterado sin su conocimiento y describió el retoque como excesivo. “No tengo ese aspecto. Y, sobre todo, no lo quiero”, declaró. Ella prefería su aspecto real, tal y como se veía en una de las polaroids tomadas durante la sesión. Dylan Jones, director de GQ, se defendió asegurando que todas las imágenes publicadas conllevan un grado de retoque y que la Winslet de la portada guardaba un gran parecido a la que entrevistó ese día.

Un lustro después se añadía un nuevo capítulo a la polémica con el físico de la actriz, esta vez con una portada en Vanity Fair, donde Winslet se dejó fotografiar sin apenas ropa. Ella negó furiosa las insinuaciones de que su figura había sido modificada, pero la prensa británica no aceptó su palabra y contrató a expertos que examinaron las fotos y determinaron que en efecto habían sido corregidas.

Las famosas en general mantienen un tira y afloja con las revistas acerca del trucaje digital. Por una parte desean verse lo mejor posible. A nadie le gusta verse mal en una foto. Por otra, saben que el público no es ingenuo y que deben mantener una imagen realista que case con la que aparece en sus películas o en sus fotos robadas tomadas por la calle.

Muchas han sido las que se han pronunciado en contra de las modificaciones excesivas. Keira Knightley, cuyo escote ha sido repetidamente aumentado, se niega a que se manipule su figura por motivos promocionales. Otra actriz británica, Emily Blunt pidió públicamente en una entrevista que no le estirasen las piernas o se le alzase el trasero. Beyoncé se mostró descontenta con el tratamiento de su campaña de trajes de baño para H&M. Y el diseñador italiano Roberto Cavalli tuvo que ofrecer explicaciones por borrar las famosas curvas de la cantante en una de las notas de prensa de la firma.

Las quejas son numerosas, pero hay pocas que se atrevan a posar sin esa red que es el retoque. También son escasas las revistas que se arriesgan. Cate Blanchet lo hizo el año pasado para Intelligent Life, el suplemento cultural de The Economist; Monica Belluci para la Elle francesa y la cantante Jessica Simpson para Marie Claire, en lo que resultó ser uno de los números peor vendidos en la historia de la publicación.

Archivado En