Perder la infancia
Estamos llegando a extremos intolerables. Niños de 13 años fumando, bebiendo o drogándose y niñas haciendo lo mismo e incluso abortando. No se dan cuenta de que lo único que hacen es perder su infancia. Y lo peor de ello es que no se puede recuperar.
Mi madre a veces me cuenta sus historias de cuando era niña y todo lo que disfrutaba sin tener nada. Ahora, los jóvenes tenemos prácticamente de todo, pero no lo valoramos. Nadie nos ha enseñado a hacerlo. Y ni siquiera nos damos cuenta. Nos hacemos daño desde la ignorancia y la inconsciencia, solo para “echarnos unas risas” y pasárnoslo bi...
Estamos llegando a extremos intolerables. Niños de 13 años fumando, bebiendo o drogándose y niñas haciendo lo mismo e incluso abortando. No se dan cuenta de que lo único que hacen es perder su infancia. Y lo peor de ello es que no se puede recuperar.
Mi madre a veces me cuenta sus historias de cuando era niña y todo lo que disfrutaba sin tener nada. Ahora, los jóvenes tenemos prácticamente de todo, pero no lo valoramos. Nadie nos ha enseñado a hacerlo. Y ni siquiera nos damos cuenta. Nos hacemos daño desde la ignorancia y la inconsciencia, solo para “echarnos unas risas” y pasárnoslo bien. ¿Y qué es eso? Parece que tampoco lo sabemos. Nos cuentan nuestros mayores que, en otros tiempos, había mil cosas para disfrutar. En aquellos tiempos, a los 13 años a nadie se le ocurría ir de botellón. Con unas simples chapas o con unos refrescos y algo de música la juerga estaba garantizada.
El problema de ahora es que hay niños que juegan a ser mayores y que, incluso, se ven provistos de más autoridad que sus mismos responsables. Enseñémosles a disfrutar de lo que les quede de infancia. Si no lo hacemos, padecerán las consecuencias.— Marta Betoret Rodríguez.