Marivent y la extraña familia

Me da que, aquí y ahora, la que tiene la corona por el cetro, digo la sartén por el mango, es Letizia. Tras milenios de patriarcado regio, el hecho no deja de tener su pizca de justicia poética

Pobre de mí, ay, infelice: expiraron mis días libres. Adiós al prójimo, al mundo, a la vida. Resumiendo: que vuelvo a galeras y dando las gracias, no sea que el jefe me coja ojeriza. Está hoy el curro como para ponerse Farruquito y andarse con horarios, conciliaciones y demás delirios bolcheviques de antes del Milagro de Fátima y los 31 Parados Menos de Agosto, no sé qué hace Francisco que no declara a Báñez santa súbita. Seamos realistas: aquí y aho...

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Pobre de mí, ay, infelice: expiraron mis días libres. Adiós al prójimo, al mundo, a la vida. Resumiendo: que vuelvo a galeras y dando las gracias, no sea que el jefe me coja ojeriza. Está hoy el curro como para ponerse Farruquito y andarse con horarios, conciliaciones y demás delirios bolcheviques de antes del Milagro de Fátima y los 31 Parados Menos de Agosto, no sé qué hace Francisco que no declara a Báñez santa súbita. Seamos realistas: aquí y ahora, las únicas que pueden contestarle al patrón son las herederas. Y no hablo solo de Susana Díaz, Tamara Falcó o Marta Ortega, sucesoras por la gracia de sus viejos, sino de su alteza doña Letizia, princesa de Asturias, que, a la chita callando, lleva tiempo haciendo lo que le da la real gana, guste o no arriba, y yo que me alegro de su empoderamiento.

Los cavernícolas malmeten con que si está rebelde, que si sale sola, que si pretende librar los findes, que si está de morros con el marido y no disimula, que si dónde se ha visto tamaña osadía. Total, porque pasa de veranear con los suegros, se escapa de palacio a la mínima, y no ha pisado Marivent más que para hacerse la foto con Felipe y las niñas. Vamos, porque va a su bolita, como un tío cualquiera. Y yo no digo que esté bonito que le haga feos a las autoridades mallorquinas, ni que vaya con el Estatuto de las Princesas en la boca, ni que plante a Rajoy a mesa puesta para pirarse a Madrid “a sus cosas”, según Zarzuela. Pero me da que, aquí y ahora, la que tiene la corona por el cetro, digo la sartén por el mango, es ella. Y, después de milenios de patriarcado regio, el hecho no deja de tener su pizca de justicia poética.

No, si va a resultar que tenemos la familia real más igualitaria del globo. Un matriarcado, vamos. Ni las Grimaldi con su poligamia, sus hijos extramatrimoniales y sus bodas de penalti por muy de hippy-chic que vayan. Ni Mette-Marit y su turbio pasado, que parecía que se iba a comer la dinastía noruega y lo que se ha comido han sido todos los salmones de los fiordos, hay que ver cómo ha ensanchado esta chica. No. Para modernas y empoderadas, nuestras royals. Se han echado el mundo a la espalda. Doña Sofía, en su línea, templando gaitas y de guardesa de Marivent, que si no, les acusan los baleares de que no compensa tenerlo abierto. Doña Elena, divorciada modelo, bregando con el ex y las notas de Felipe Juan Froilán de Todos los Santos. Y sobre todo, doña Cristina, esposa y madre coraje.

Como a Iñaki no le salía nada —aquí y ahora, según qué imputados, son más difíciles de colocar que un parado de más de 50—, ha ido ella y ha pedido arriba el traslado a Ginebra, que donde la mano de Báñez no llega, ya están Fainé y el Aga Khan al quite. Ahí la tienes, pobre, deslomándose con dos curros para que a los niños no les falte de nada. El colegio y el alquiler les sale por un pico, pero ya está Iñaki para ir a la compra y así se ahorran la chica, que los escoltas ya los pagamos los contribuyentes. En fin, que las princesas espabilan a marchas forzadas. Ahora, yo que Letizia me ponía las pilas si quiere llegar a reina. En una semana vienen Guillermo y Máxima a hacernos la visita, y las comparaciones son odiosas.

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