Las respuestas del PP ante el ‘caso Bárcenas’

Como si de una molesta rutina se tratase, Rajoy respondió a las preguntas sobre las últimas declaraciones de Bárcenas. El presidente, con la respuesta escrita en un folio, se limitó a leer que “el Estado de derecho no se somete a chantaje”. Con esta frase, gramaticalmente correcta, esquivó todas las acusaciones del extesorero del PP.

Esta rueda de prensa ha puesto de relieve que la democracia española no funciona. No funciona porque las ruedas de prensa son un chiste que no hace gracia. Y esto pasa porque el presidente parece que hace un favor cuando responde a los periodistas. Una demo...

Como si de una molesta rutina se tratase, Rajoy respondió a las preguntas sobre las últimas declaraciones de Bárcenas. El presidente, con la respuesta escrita en un folio, se limitó a leer que “el Estado de derecho no se somete a chantaje”. Con esta frase, gramaticalmente correcta, esquivó todas las acusaciones del extesorero del PP.

Esta rueda de prensa ha puesto de relieve que la democracia española no funciona. No funciona porque las ruedas de prensa son un chiste que no hace gracia. Y esto pasa porque el presidente parece que hace un favor cuando responde a los periodistas. Una democracia requiere unos ciudadanos bien informados. Y así es imposible.

Necesitamos preguntas más agresivas y un presidente con agallas que responda con sinceridad. Queremos entrevistas serias que busquen la verdad, pero esto es imposible con la actitud del Gobierno.— Bruno Pardo Porto. O Grove, Pontevedra.

Me ha sorprendido muchísimo (una vez más) el señor Rajoy en la rueda de prensa del lunes.

Al presidente del Gobierno, para defenderse de las acusaciones de Luis Bárcenas, no se le ocurre otra cosa que decir que el extesorero chantajea al Estado de derecho, olvidándose de que el Estado de derecho nos protege a todos, incluido al señor Bárcenas. Lo que parece que ha querido decir el presidente es que ataca al Estado con mayúsculas.

A quien ataca Bárcenas es a Mariano Rajoy Brey, ciudadano español, y al Partido Popular, empresa española. Nada más y nada menos. No estamos en el siglo XVII, ni el señor Rajoy es el Rey Sol.— Carmen Rodríguez Modroño. Valladolid.

El cero siempre lo he sentido como algo dramático. De estudiante, cuando hacía matemáticas, aprendí que cualquier cosa, por grande y hermosa que fuera, multiplicada por cero era nada. Ese número cual agujero negro engullía y hacía desaparecer todo. A veces, cierto es, con alivio, como cuando una cifra inmisericorde de números era majestuosamente anulada a polvo imaginario sobre el papel.

Pero cuando el tercer cargo más importante del partido en el poder dice, públicamente, que le importa cero lo que se ventile en un tribunal que juzga por blanqueo y cohecho al que durante dos décadas estuvo dirigiendo la sala de máquinas de uno de los dos partidos que, por turnos, nos gobierna, está diciendo que es cero lo que le importa que desaparezca la dignidad, decencia y ética de la clase política en nuestro país.

Que esos delitos los intenten hacer otros mal está, pero cuando los hacen los que nos gobiernan es como si el cirujano que te va operar de una obstrucción en la arteria te la atasca aún más dejándote gasas e instrumental dentro. Y cuando mi temido cero es esto lo que hace desaparecer, desaparece también la esperanza de regenerar la clase política que necesitamos. Así, como antaño, ese cero vuelvo a percibirlo con miedo. Como la nada.— Juan Manuel Chica Cruz. Úbeda, Jaén.