De trastero a anuncio
FOTO: Héctor Santos-Díez/Bisimages
El desván ha sido, históricamente, y junto al
sótano, la peor parte de la casa: la que más ha sufrido el calor y el frío
exterior. También la de más difícil acceso. Sin embargo, convertido en ático,
el mismo desván pasó a ser la mejor parte: la que posee las mejores vistas, la
más luminosa, la mejor ventilada, y la más recogida e íntima. Que el arquitecto
decide la calidad de una obra lo define e...
FOTO: Héctor Santos-Díez/Bisimages
El desván ha sido, históricamente, y junto al sótano, la peor parte de la casa: la que más ha sufrido el calor y el frío exterior. También la de más difícil acceso. Sin embargo, convertido en ático, el mismo desván pasó a ser la mejor parte: la que posee las mejores vistas, la más luminosa, la mejor ventilada, y la más recogida e íntima. Que el arquitecto decide la calidad de una obra lo define el modo en que esta se deja habitar y se adapta a los cambios vitales. Que el interiorista puede alterar la naturaleza de una estancia con un tratamiento espacial y muchas veces epidérmico lo demuestra la transformación de este estudio en Santiago: de trastero oscuro a despacho luminoso.
Si la intervención en el interior es limitada y contenida, para que hablen las personas y su actividad, la transformación de la fachada fue, en cambio, radical. Los arquitectos perforaron dos ventanales para anunciar su intervención y llevar luz a su trabajo. Así, el desván quedó transformado en un gran escaparate sobre una vía muy transitada a pocos kilómetros del centro de Santiago
Uno de los ventanales ilumina la zona de trabajo, el otro lleva luz, vistas y exposición a la biblioteca. Frente a la terraza, una puerta de chapa galvanizada sirve de acceso al estudio.
Coste de la intervención según el estudio Metro Cuadrado: 8.000 euros en 55 metros cuadrados.