Cartas al director

Justificar lo injustificable

Las reacciones de rabia y frustración que pudimos presenciar hace unos días en el Parlamento gallego son perfectamente comprensibles y compartibles. Las justificaciones esperpénticas que dio el presidente de la Xunta de Galicia, Alberto Núñez Feijóo, en su Parlamento dan una idea de su catadura moral. Sus explicaciones sobre la relación con el narco Dorado solo sirven para darnos cuenta de la pasmosa naturalidad que tiene esta persona para mentir y contradecirse sin que una pizca de rubor asome en su cara. Sus explicaciones no solo son un insulto a nuestra inteligencia, algo en lo que los polí...

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Las reacciones de rabia y frustración que pudimos presenciar hace unos días en el Parlamento gallego son perfectamente comprensibles y compartibles. Las justificaciones esperpénticas que dio el presidente de la Xunta de Galicia, Alberto Núñez Feijóo, en su Parlamento dan una idea de su catadura moral. Sus explicaciones sobre la relación con el narco Dorado solo sirven para darnos cuenta de la pasmosa naturalidad que tiene esta persona para mentir y contradecirse sin que una pizca de rubor asome en su cara. Sus explicaciones no solo son un insulto a nuestra inteligencia, algo en lo que los políticos del PP ya van creando escuela, sino que también es un insulto a nuestra dignidad. Especialmente a la dignidad de las madres gallegas que perdieron a sus hijos a causa de la droga, mientras veían como personas como Dorado se enriquecían impunemente. Madres que han tenido que escuchar, estupefactas y con lágrimas de indignación, decir que se iba de viaje frecuentemente con un narco, con el que mantuvo relación hasta 2003, pero que no eran amigos, que solo compartían su tiempo de ocio. Es inaudito. Esperemos que el sentido común se imponga y que esta persona desaparezca al menos de la vida política pronto, que es lo que debería haber pasado si le quedara un mínimo de decencia.— Cayetano Ros Sánchez.

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