Cartas al director

Un futuro prometedor

Formamos científicos mientras se cierran centros de investigación, formamos ingenieros mientras cierran empresas y se recortan fondos para desarrollo, formamos arquitectos cuando lo único que queda es destruir lo que se construyó innecesariamente, formamos médicos mientras se reduce la sanidad pública, formamos profesores mientras se despiden interinos. El panorama para los jóvenes que esperan un futuro digno y se preparan a conciencia para ello es realmente desalentador. Pero eso era hasta ahora. Desde este momento, y por obra y gracia del señor Adelson y de doña Esperanza, ese futuro cambiar...

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Formamos científicos mientras se cierran centros de investigación, formamos ingenieros mientras cierran empresas y se recortan fondos para desarrollo, formamos arquitectos cuando lo único que queda es destruir lo que se construyó innecesariamente, formamos médicos mientras se reduce la sanidad pública, formamos profesores mientras se despiden interinos. El panorama para los jóvenes que esperan un futuro digno y se preparan a conciencia para ello es realmente desalentador. Pero eso era hasta ahora. Desde este momento, y por obra y gracia del señor Adelson y de doña Esperanza, ese futuro cambiará radicalmente para los cientos de miles de jóvenes que verán “con Esperanza” cómo el porvenir les sonríe.

Eso sí, habrá que apresurarse para cambiar y adecuar los planes de estudio para esas nuevas profesiones que con pujante fuerza se abrirán paso. Técnicos superiores en máquinas tragaperras, graduados en póquer, licenciados en ruleta, másteres en black-jack, técnicos en mantenimiento de campos de golf, bailarinas, animadoras, camareras, azafatas y un largo etcétera de nuevas profesiones y titulaciones con puesto de trabajo asegurado. Y eso por no hablar de los emprendedores en el negocio de la compañía femenina, que tendrán un vasto campo donde desarrollar sus actividades. Todo un mundo de posibilidades de desarrollo futuro en esta España en la que ya se empieza a vislumbrar el cambio en el modelo productivo. Y es que ¿para qué queremos centros de investigación que suponen un enorme gasto mientras se puedan abrir casinos, en los que siempre gana la banca?— Sebastián Fernández Izquierdo.

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