Vino que entra por los ojos
Pocos ámbitos se les escapan a estos diseñadores. La versatilidad del estudio valenciano Lavernia&Cienfuegos deja contados huecos sin exprimir. El pasado en dos dimensiones del grafismo de Nacho Lavernia y las tres dimensiones de la trayectoria como diseñador industrial de Alberto Cienfuegos alcanzaron una cuarta dimensión cuando se unieron. En sus diseños hoy dialogan y se retroalimentan sus saberes, procedencias e intereses complementarios. Así, asociados firman una amplísima gama de productos...
Pocos ámbitos se les escapan a estos diseñadores. La versatilidad del estudio valenciano Lavernia&Cienfuegos deja contados huecos sin exprimir. El pasado en dos dimensiones del grafismo de Nacho Lavernia y las tres dimensiones de la trayectoria como diseñador industrial de Alberto Cienfuegos alcanzaron una cuarta dimensión cuando se unieron. En sus diseños hoy dialogan y se retroalimentan sus saberes, procedencias e intereses complementarios. Así, asociados firman una amplísima gama de productos cómoda por igual en un supermercado y en una tienda exclusiva. Tan amplio registro de aptitudes les permite manejarse con certeza entre productos y libros, del grafismo al objeto técnico, de lo económico a lo sofisticado y también, de España al mundo. La variedad de las soluciones barajadas por estos proyectistas tiene el poder de llevar rigor e ilusión a los objetos más humildes. Lo demostraron con la espléndida gama de colonias y bronceadores que firmaron para los laboratorios RNB (la perfumería de los supermercados Mercadona). Y acaban de hacerlo de nuevo al diseñar la línea económica de vinos de la cadena belga Delhize.
¿Qué comunicar en una botella de vino? Para empezar cuidado y sencillez. Carencia de pretensión. El encargo consistía, de nuevo, en transmitir la idea de dignidad cotidiana que cada vez más empresas asocian al precio asequible y los productos para consumo diario. Para hablar de eso, los diseñadores se fijaron en el corcho. Nada como el tapón, humilde y funcional, reciclable en múltiples manualidades, pobre, pero de materia reconocible, para transmitir la idea de verdad, sencillez y juego. Así, las nuevas etiquetas combinan el rigor –de trabajar con la identidad conjunta que establece la imagen del corcho- con la ironía y el humor de vestir y desvestir al tapón de acuerdo con la procedencia de los vinos.
De este modo, los vinos franceses de los supermercados Delhaize se ponen el sombrero, canotier, el quepis de gendarme, el gorro de Napoleón o el de Chef. Los chilenos se convierten en estatuas Moai, de la Isla de Pascua. Los argentinos son futbolistas y los sudafricanos elefantes. Hay indios y vaqueros realizados con corchos en las etiquetas de los vinos californianos, aparecen koalas australianos y puede haber todo un mundo de vinos y referencias culturales para jugar con las botellas del vino.