Cartas al director

Iberia Express y la reforma laboral

Soy una de las azafatas despedidas de Spanair. Llevo siete años volando y ahora me encuentro en tierra. En principio, pienso que hay muchas compañías en el aire e intento subirme a Iberia Express. Allí, gracias a las “mejoras” del Gobierno, me ofrecen 1.200 euros brutos mensuales (en 12 pagas) con los que debo pagarme: uniformes, maletas, comidas, aparcamientos, residencia si no tengo casa en Madrid y cuando vuelo no tengo derecho a dietas en los lugares de destino.

Además el contrato es por seis meses, sin renovación excepto en casos excepcionales y en caso de irme antes de estos seis ...

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Soy una de las azafatas despedidas de Spanair. Llevo siete años volando y ahora me encuentro en tierra. En principio, pienso que hay muchas compañías en el aire e intento subirme a Iberia Express. Allí, gracias a las “mejoras” del Gobierno, me ofrecen 1.200 euros brutos mensuales (en 12 pagas) con los que debo pagarme: uniformes, maletas, comidas, aparcamientos, residencia si no tengo casa en Madrid y cuando vuelo no tengo derecho a dietas en los lugares de destino.

Además el contrato es por seis meses, sin renovación excepto en casos excepcionales y en caso de irme antes de estos seis meses debo de abonar a la compañía 3.000 euros en concepto de penalización. Esto es, deberé volar seis meses como un corderito sin quejarme, me hagan lo que me hagan, si aspiro a renovar tan miserable contrato. O sea, más o menos como un esclavo.

No se tiene en cuenta ni la experiencia, ni los idiomas, ni el riesgo, ni por consiguiente los derechos humanos. Esto ocurre en el año 2012 de nuestra era.

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¿A qué están jugando nuestros gobernantes? ¿No son capaces de discernir que las revoluciones comienzan cuando los gobernados sienten que no tienen nada que perder?— Jennifer Garcá Ambrozaitis.

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