Columna

Ganadores

Andalucía ha demostrado con machaconería que su sentir es más de izquierdas que de derechas

Dado que para un partido el fin de unas elecciones es ganarlas, el resultado de las andaluzas presenta un panorama interesante. Se podría decir que, en virtud de los resultados, los partidos mayoritarios podrían acompañarse en el sentimiento mutuamente: el que se apuntaba como ganador no ha conseguido la mayoría necesaria, y el que se daba por perdedor, efectivamente, ha perdido. Pero, dado que de lo que se trata es de alcanzar el poder y que para ello se inventó la política de pactos, es más que probable que el partido que más gane con estas elecciones sea ese tercer contrincante que tiene en...

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Dado que para un partido el fin de unas elecciones es ganarlas, el resultado de las andaluzas presenta un panorama interesante. Se podría decir que, en virtud de los resultados, los partidos mayoritarios podrían acompañarse en el sentimiento mutuamente: el que se apuntaba como ganador no ha conseguido la mayoría necesaria, y el que se daba por perdedor, efectivamente, ha perdido. Pero, dado que de lo que se trata es de alcanzar el poder y que para ello se inventó la política de pactos, es más que probable que el partido que más gane con estas elecciones sea ese tercer contrincante que tiene en su mano otorgarle la victoria a quien ha perdido.

No hace falta ser analista político para concluir que Arenas no tiene el tirón necesario para ser presidente y que Andalucía ha demostrado con machaconería que su sentir es más de izquierdas que de derechas. Prevalece en la memoria colectiva la imagen del señorito. Aún así, a los que interpretan estas elecciones como la feliz demostración de que en esta comunidad siempre acaba venciendo el anhelo de justicia social no estaría de más pedirles que reflexionaran sobre qué significa para una sociedad que un partido se perpetúe en el poder durante 30 años. Está visto que en España las corruptelas no disuaden a los votantes fieles, el asunto de los ERES fraudulentos no ha hecho tanta mella como las encuestas predecían. Pero hasta el momento no veo que los expertos, más allá de interpretar derrotas y victorias, analicen si hay tantas razones para la felicidad. Deberían recordar que hay un porcentaje considerable de ciudadanos que vota no a lo mejor sino a lo menos malo, y que reclama que el político que ya gobernó cambie de manera radical su estilo y reflexione sobre sus fallos. No creo que los ganadores deban interpretar esta nueva etapa en el poder como un premio. En absoluto.

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