La última chabola de Poio

Tranquilidad en el último derribo pendiente en el poblado de O Vao

Estaba previsto para las nueve de la mañana pero se ha retrasado una hora, ya que ha habido que apuntalar la casa contigua. Una vez hecho este trabajo y desmontado a mano el tejado, la excavadora se ha comido la última chabola con orden de derribo poblado de O Vao en Poio (Pontevedra). El alcalde de Poio, Luciano Sobral, esperaba que "no surjan problemas" y así ha sido. Sólo ha roto la tranquilidad la madre del dueño de la vivienda, Antonio Jiménez, que estaba alterada, nerviosa. Quería legar la casa, en la que lleva más de 20 años, a sus nietos. Pero no ha sido posible. Era ilegal.
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Estaba previsto para las nueve de la mañana pero se ha retrasado una hora, ya que ha habido que apuntalar la casa contigua. Una vez hecho este trabajo y desmontado a mano el tejado, la excavadora se ha comido la última chabola con orden de derribo poblado de O Vao en Poio (Pontevedra). El alcalde de Poio, Luciano Sobral, esperaba que "no surjan problemas" y así ha sido. Sólo ha roto la tranquilidad la madre del dueño de la vivienda, Antonio Jiménez, que estaba alterada, nerviosa. Quería legar la casa, en la que lleva más de 20 años, a sus nietos. Pero no ha sido posible. Era ilegal.

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Acompañando a la familia estaba el presidente de la Asociación del Pueblo Gitano en Galicia, Sinaí Giménez, que viene ejerciendo de portavoz de los afectados y que ha ayudado a las autoridades a explicar a la mujer lo que estaba sucediendo. Los enseres de la familia ya se encontraban desde ayer en su nueva vivienda. Además, tres familias de O Vao que abandonaron el barrio pontevedrés de Monte Porreiro por la presión vecinal, regresarán hoy al entorno del poblado chabolista como resultado de numerosas reuniones de trabajo en el seno de la Comisión Permanente de Integración, que coordina Vicepresidencia de la Xunta.

Así, las familias se instalarán en casas en régimen de alquiler en el denominado "poblado de transición". Estas viviendas, cada una con su parcela y una de ellas de dos plantas, son, según la Xunta, una solución temporal que permitirá aplicar "actividades de socialización" y de introducción al mercado laboral antes de su acceso a una vivienda definitiva.

Sin embargo, esta medida cuenta con el rechazo vecinal de la asociación de vecinos de O Vao, presidida por Carmen Esperón, que fue la que la impulsó judicialmente el derribo de todas las chabolas y que solicita ahora el precinto de las dos casas por estimar que al no estar escrituradas, no se pueden vender.