INCENDIO EN EL CORAZÓN DE LA CAPITAL

La rotura del refrigerador de la subestación eléctrica, posible causa del incendio de Madrid

En principio, se trata de un hecho raro, según los testimonios recogidos, ya que los protocolos para la entrada en funcionamiento de un nuevo transformador eléctrico como el inaugurado ayer, son exhaustivos y la legislación específica, muy rigurosa.

La subestación eléctrica incendiada ayer genera mucha energía, cuya transformación a través de cables de hilo de cobre forrados de barnices, exige habitualmente tensiones muy altas; es decir, entra a 100.000 voltios —si fuera de media tensión entraría a 15.000 voltios— y tras ser transformada sale a 220 voltios para...

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En principio, se trata de un hecho raro, según los testimonios recogidos, ya que los protocolos para la entrada en funcionamiento de un nuevo transformador eléctrico como el inaugurado ayer, son exhaustivos y la legislación específica, muy rigurosa.

La subestación eléctrica incendiada ayer genera mucha energía, cuya transformación a través de cables de hilo de cobre forrados de barnices, exige habitualmente tensiones muy altas; es decir, entra a 100.000 voltios —si fuera de media tensión entraría a 15.000 voltios— y tras ser transformada sale a 220 voltios para el consumo doméstico. Esta energía eléctrica recorre, dentro del transformador, un cableado de cobre que va embutido en revestimientos protectores de barniz, refrigerados por aceites minerales que, en contacto con el cableado a su vez se calientan.

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Para enfriar los aceites —la subestación de Almadén puede albergar más de cien toneladas de este refrigerante— se emplean a su vez bombas de refrigeración, que se suelen situar en la calle, es decir, generalmente sobre las azoteas de este tipo de subestaciones. Una vez refrigerado, el aceite mineral vuelve a adentrarse en la central para reducir la temperatura de los barnices. Las bombas refrigerantes suelen estar dispuestas por triplicado, precisamente para corregir accidentes, en cuyo origen suelen desempeñar un papel dominante las sobrecargas de energía, que calientan sobremanera los barnices y, por contacto, los aceites.

Usualmente, cuando se produce un cortocircuito, la temperatura asciende a unos 1.000 grados, suficiente para provocar la combustión de los barnices.

Es destacable que en los últimos seis meses, el precio del cobre empleado en los cableados eléctricos ha subido hasta un 30% en el mercado internacional.

Por otra parte, existe una contradicción entre la gran profusión de humo derivada de la combustión de los aceites minerales con los que funcionan los transformadores eléctricos del tipo del incendiado ayer y la envergadura adquirida por las llamas. "Al arder, el aceite crea un hongo de humo enorme, pero su llama es muy corta", explicó un ingeniero especialista en instalaciones de infraestructuras. "Por eso la magnitud de las llamas puede haber obedecido no a la combustión del aceite en sí misma, sino a la presencia de gases en la combustión, por ejemplo, los procedentes de un circuito averiado de gas natural".

Según esta misma fuente, destaca el hecho de que los transformadores inaugurados ayer fueran aún de aceite mineral. "Lo normal es que los modernos sean de los denominados secos, es decir, que funcionan ya sin ellos; a no ser que se estuviera probando un nuevo tipo de aceite sintético, empleado ayer por primera vez".

La energía de estos centros se mide en kilovoltioamperios, KVA, o megavoltioamperios, MVA.

Los bomberos luchan contra las llamas y el fuego en el incendio de una subestación eléctrica en Madrid.REUTERS