Ingenio digital y logístico para cambiar la cara a la España rural
Ante la falta de digitalización de las zonas más aisladas del país y el desplome del número de sucursales bancarias, surgen nuevas soluciones y recursos impulsados por asociaciones y entidades como Correos para conectar a la población y cubrir sus necesidades financieras y sociales
Alrededor de 13 millones de personas no tienen conexión a internet en España antes del inicio de la pandemia, según la Secretaría de Estado para el Avance Digital. Muchas de ellas se reparten entre los 26.767 municipios con más de 10 habitantes en los que no llega la red. Si, además, esa localidad es de las que sufre el azote de la despoblación bancaria –en los últimos 10 años ha cerrado la mitad de las sucursales del país–, realizar operaciones esenciales como sacar dinero o pagar recibos se convierte en una tarea prácticamente imposible. Estos dos ingredientes, la falta de digitalización y la despoblación financiera, sumen a las zonas más rurales del país en una cierta oscuridad logística en la que actos que para otros son cotidianos, para sus habitantes son casi irrealizables. Por esta razón, organizaciones sin ánimo de lucro y distintas entidades públicas han puesto en marcha planes específicos para acortar esta brecha y arrojar un poco de luz al futuro de estas regiones: desde proyectos que impulsen el emprendimiento de mujeres rurales hasta la reconversión de la figura tradicional del cartero que, cargado ahora con una PDA, acerca servicios básicos (entre ellos, financieros) a la puerta de los vecinos. Estas son algunas de las soluciones que se abren paso.
Faltan infraestructuras, pero también mucho conocimiento
Yolanda Rueda, presidenta de la Fundación Cibervoluntarios, afirma que la digitalización es la diferencia entre estar y no estar, especialmente en las zonas rurales, y ofrece otra perspectiva adicional a la problemática: “Aparte de la carencia de infraestructuras, la razón principal de la brecha digital española, una de las más grandes de Europa, tiene que ver más con la falta de conocimiento digital”, explica. Su fundación ayuda al año a 60.000 personas y trabaja para que los pequeños negocios puedan vivir en internet, para que los menores tengan garantizada su formación o para que la navegación y el teletrabajo sean seguros. Rueda entiende que todos somos vulnerables en lo digital, un hecho que quedó patente durante la pandemia. “Incluso personas con acceso, buenos dispositivos y conocimientos tecnológicos tuvieron dificultades en algún momento para comunicarse, teletrabajar, hacer gestiones en línea o, simplemente, continuar con su negocio digital. Esto es un lujo que como sociedad no nos podemos permitir”, argumenta.
Es esta la vulnerabilidad que Cibervoluntarios trata de paliar con programas encaminados a enriquecer el conocimiento tecnológico. Uno de ellos es IniciaTIC, un programa gratuito que forma a quien lo solicite en materia digital y emprendimiento. Esta iniciativa ha educado, hasta el momento, a 2.500 autónomos y pymes, de los que han salido, entre otros, negocios como productoras de cervezas artesanales o plantas medicinales, academias de idiomas o agencias de viaje.
Afirma Rueda que esta vulnerabilidad tecnológica es especialmente notable en el caso de las mujeres del ámbito rural. Para combatirla surgen iniciativas como Extraordinarias.net, enfocada a impulsar la transformación digital y la visibilidad de negocios de las mujeres de la llamada España vaciada. Elena Rodríguez, ingeniera técnica agrícola, es un caso de éxito entre ellas. Emprendió un negocio de agricultura ecológica llamado El Huerto de los Tulipanes. Lo hizo en condiciones adversas: eligió como sede Villanueva de Matamala (Burgos), un pueblo de medio centenar de habitantes. “Está consiguiendo escalar su negocio siguiendo los principios de la agricultura ecológica, con respeto y compromiso con el medioambiente. Es la manera de generar economía digital desde lo local”, detalla Rueda.
Lo positivo de estas historias es “incalculable”, según Rueda: “La digitalización es una herramienta clave que facilita y garantiza la igualdad de oportunidades”, añade. Esto se materializa en el día a día de cualquier pedanía española: un anciano comunicándose por Skype con sus hijos en la ciudad o pidiendo a domicilio la compra; un hotel rural que propulsa la economía de la comarca gracias a su sistema de reservas digital... “No solo es una cuestión económica sino de impacto social. Esto sin tecnología sería muy complejo, casi impensable”, afirma.
Otra iniciativa destinada a la mejora de la vida cotidiana en estos municipios es la desarrollada por Correos, que inició el pasado julio un plan de digitalización de sus oficinas rurales. Hasta el momento, el operador logístico ha digitalizado ocho de las 2.295 oficinas en estas zonas. Antes de que finalice el año prevé sumar a esa lista nueve más. En ellas se pueden realizar operaciones sencillas pero elementales, como trámites burocráticos a través del servicio ORVE (Oficina de Registro Virtual), que digitaliza los documentos que deben presentar los usuarios en la Administración y los envía de forma segura, lo que evita que los vecinos tengan que desplazarse hasta las grandes urbes. También se pueden solicitar documentos de la Dirección General de Tráfico, pagar facturas, sacar dinero de un cajero e incluso poder comprar entradas de cine, teatro o billetes de tren.
Para los empresarios rurales, la compañía cuenta con Correos Market, una plataforma de venta de productos a clientes de toda España que también ofrece la biografía de cada productor y su contacto. Iniciativas que demuestran que la innovación, como dice Rueda, ya no aguarda en los laboratorios. “Está en el reto de adaptar la tecnología a las necesidades sociales”, apostilla.
Un ‘delivery’ de servicios financieros
En 2008 existían en España 45.000 oficinas bancarias. En estos momentos hay 20.800, el menor nivel desde 1977. Para Verónica Rodríguez, de la Asociación de Usuarios Financieros, la despoblación financiera, esto es, el cierre paulatino de oficinas y la desaparición de la atención a pie de calle, tiene dos causas principales: la intensa digitalización de las operaciones corrientes, que supone que lo que antes se hacía en persona ahora se haga online; y la concentración bancaria, aquellas fusiones de entidades que han eliminado duplicidades y, en consecuencia, clausurado oficinas. “Es un problema poliédrico. No afecta solo a la gente mayor: también a emprendedores, a jóvenes, a la población de la España vaciada. Hablamos de actividad financiera, de productos y servicios bancarios que no dejan de ser un servicio esencial. Ningún cliente tiene que tener dificultades para manejar esa economía doméstica”, denuncia.
Que una oficina bancaria de referencia en un pueblo desaparezca no solo dificulta los servicios básicos (sacar dinero, pagar facturas, hacer transferencias), sino que lastra la actividad económica de toda la comarca: “Afecta a la frutería, a la panadería, a cualquier negocio. También al turismo: disminuye el atractivo del lugar”, amplía Rodríguez. Otra derivada no desdeñable es la formación financiera de la ciudadanía. “Esta educación, si no se provee en una oficina bancaria, que es un ámbito donde te pueden asesorar, guiar y aconsejar, es difícil que se siga dando”, completa.
La búsqueda de nuevas figuras y soluciones que refuercen esta red física de servicios es uno de los planes principales de Correos. Sus más de 6.400 carteros rurales están reconvirtiéndose a lo digital para acercar la operativa básica, incluida la financiera, a la puerta de pueblos que sufren la despoblación. A través de la PDA que portan –un aparato conectado a internet–, cualquier persona puede pagar recibos bancarios, comprar sellos, entradas de conciertos, billetes de tren y embalajes; e incluso recibir dinero en metálico de las cuentas de ahorro de los clientes que lo soliciten. La iniciativa, que ya está activa en provincias como Jaén y Lugo, se implantará en toda España antes de que finalice el año.
Estas pequeñas acciones, dice Rodríguez, son alentadoras en tanto que favorecen una transición a lo digital gradual y diferenciada. Su asociación propone otra solución de impacto cotidiano: suprimir temporalmente la comisión por retirada por efectivo en ventanilla, una vía para que las personas mayores puedan seguir operando en presencial. “No todos se tienen que subir al carro de lo digital a la misma velocidad y de la misma manera”, entiende. “Por ahí pasa una digitalización humana y para todos”.