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En Prosegur suenan (para bien) las alarmas

A pesar de que la tasa de criminalidad se mantiene estable, un márketing bien engrasado eleva la venta de dispositivos para proteger las casas. El beneficio del grupo creció un 47% hasta septiembre

En España la tasa de criminalidad, una media de los delitos cometidos por cada mil habitantes, se mantiene estable en los últimos años si exceptuamos los ciberdelitos. En 2024 los robos con fuerza en viviendas se cifraron en 81.094, lo que significa que descendieron un 40% desde el 2010 (es la tercera cifra más baja de los últimos 15 años). Paralelamente, y por más contradictorio que pueda parecer, ha aumentado el interés por la contratación privada de servicios de protección física, algo que seduce a los inversores. El pasado 21 de octubre salía a Bolsa en Estocolmo el grupo sueco Verisure, que controla Securitas Direct y otras empresas de alarmas. Su éxito fue arrollador: se disparó un 20% ese día y se convirtió en el mayor debut en Europa desde 2022 y el más importante de Suecia de los últimos 25 años.

Su mayor competidora en España, Prosegur, controlada por la familia Gut Revoredo, sigue los acontecimientos desde la barrera mientras acaricia sus ganancias (obtuvo 94 millones hasta septiembre, un 47% más). Con una facturación que roza los 5.000 millones (fueron 3.584 millones hasta septiembre), está presente en 37 países y tiene 180.000 empleados. Sus negocios principales —seguridad y transporte de dinero en efectivo— van razonablemente bien a tenor de la última comunicación al mercado, y las divisiones más pequeñas —ciberseguridad y servicios de valor añadido— aunque no aportan gran facturación le permiten abarcar toda la gama de productos de protección para particulares y empresas. Además cotiza por partida doble, a través de su matriz, Prosegur seguridad (1.440 millones de capitalización), y de su filial Prosegur Cash (con un valor de unos 1.000 millones).

Pero el foco lo han puesto últimamente en un activo muy pequeño que internamente consideran un gran tesoro oculto: la venta de alarmas, que apenas tiene visibilidad en la cuenta de resultados.

Gracias a la join venture que poseen con Movistar, tienen ya 600.000 clientes en España (a Prosegur le corresponden la mitad), y suman otras 114.000 conexiones propias en Portugal y 321.000 en Latinoamérica. Apenas aportan al resultado de explotación, pero su gran valor está en el flujo de caja que generan, explica su directora financiera, Maite Rodríguez, unos 180 millones de euros. “Si descontamos los costes de adquisición de clientes [es decir, lo que pagan en márketing y por los comerciales] en nuestro caso obtenemos un ebida del 60% en España y Portugal. Pocos negocios dan ese resultado de explotación”, destaca la directiva.

Su servicio de alarmas residenciales está en pleno auge (crece casi un 10%) en un mercado que valora las suscripciones de clientes a este servicio a múltiplos que llegan a cifrarse en 79 veces el ingreso que obtienen las empresas cada mes por las conexiones (que cuestan unos 45 euros). Así ha pasado en la salida a Bolsa de su competidor sueco. Pero sin ser tan optimistas y restada la deuda de esa división (unos 330 millones) Prosegur calcula que esa rama podría llegar a valer unos 1.035 millones por sí sola. Son, en cualquier caso, cuentas dibujadas en el aire para dar una fotografía de la compañía en un mercado que en España está dominado por Verisure (Securitas Direct), con 1,8 millones de conexiones.

Más tecnología

Para seguir creciendo, reconoce la directiva, seguirán necesitando de una gran fuerza comercial además de la propia. “Y Movistar la tiene”, valora sobre su socio. También necesitan de una constante actualización tecnológica que ellos ahora compran a terceros. “La alarma cada vez hace más cosas: discrimina si hay mascotas, si hay niños, o si entra en el domicilio una persona de confianza. Pronto todo el mundo querrá que su alarma además le reconozca la cara”, vaticina la directiva. El de alarmas, cuenta, es además un negocio que no camina con los ciclos económicos como podría parecer. “La economía puede ir muy mal, pero si hay un riesgo geopolítico la percepción de inseguridad se incrementa. En estos momentos hay tanta inestabilidad que todos tenemos puesto el gorro de la incertidumbre”. Lo que sí va más pegado al ciclo son las alarmas en empresas: “Si cierra un bar no va a seguir teniendo alarma. Pero nuestra cartera de clientes, sobre todo en la Península, es esencialmente residencial”.

Las empresas se están aprovechando de los bulos contra la okupación que agita la ultraderecha. Algunas incluso realizan campañas en las que parece que el peligro de allanamiento de morada es una realidad común y cercana, en contra de lo que dice la estadística en este tipo de delitos (el total de denuncias en 2024 apenas supusieron el 0,06% sobre el parque total de viviendas). En la empresa que preside Helena Revoredo, dicen, nunca han apostado por el alarmismo en sus anuncios. “Porque generar alarma es malo, nuestros vigilantes salen todos los días a la calle para hacer del mundo un lugar más seguro”.

Más allá de las alarmas, Prosegur dice tener bien fijados al suelo los cimientos del grupo a través de sus dos pilares (seguridad y transporte de dinero). El primero facturó casi 2.000 millones en los primeros nueve meses del año, pero aquí los márgenes de beneficio son muy estrechos (del 3,27% según las cuentas), y obligan a tener una estricta disciplina sobre los costes. La inflación, la subida de los tipos de interés o un absentismo disparado podría deteriorar el beneficio. Tres cosas que, dicen, controlan con su capacidad para trasladar las subidas a los precios, una deuda baja y con unas buenas relaciones laborales.

La segunda de sus grandes líneas, llamada Cash, es más rentable pero quizá no pase por su mejor momento: facturó hasta septiembre 1.488, un 7% más, pero el efecto por el cambio de divisas hizo que reflejasen una caída del 2,3%. También han caído los beneficios. “El uso del efectivo suele ser mayor donde más inflación hay, y en consecuencia donde mayores son los tipos de interés y donde se dan más devaluaciones de divisas”, explica la directiva.

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