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Talgo busca cómo salir del túnel

El fabricante de trenes sigue en números rojos mientras espera que se materialice antes de fin de año la entrada en el capital de la Sepi y el consorcio liderado por Sidenor

El aterrizaje de los nuevos accionistas en Talgo se está haciendo esperar más de lo previsto. El fabricante de trenes no acaba de resolver su futuro. Sigue metido en un atasco accionarial mientras se resiente su situación industrial y financiera. La compañía fía su salvación a la llegada de los nuevos inversores que comprometieron hace meses su entrada en el consejo. Una junta general de accionistas extraordinaria bendecirá antes de acabar este año, según fuentes de la empresa, la toma del control por parte de un consorcio vasco liderado por José Antonio Jainaga, presidente de Sidenor, y la entidad pública Sepi con un desembolso conjunto de 150 millones de euros. Si estos plazos se cumplen, la salida del túnel está cada vez más cerca.

Talgo alterna más sombras que luces en su proceso de mudanza. Cerró el ejercicio 2024 con unas pérdidas de 107,9 millones tras reservar 116 millones por la sanción que le impuso Renfe por retrasos en la entrega de trenes del modelo Avril. Las cuentas a 30 de junio de este año arrojan de nuevo números rojos: 65,7 millones, y sus ingresos en ese periodo fueron de 270 millones, un 22% menos. Estos resultados negativos no se deben, apuntan desde la compañía, a la falta de clientes, la escasez de pedidos o la falta de tecnología punta. “No es el caso de Talgo. Aquí no se factura hasta que se entrega un tren”, señalan, lo que está provocando que la ferroviaria viva sometida a unas “tensiones financieras” que lastran su negocio.

Las buenas noticias provienen de su expansión en el mercado europeo. A mediados de este mes entregó el primero de los trenes de larga distancia (el Talgo 230) adquiridos por la operadora alemana Deutsche Bahn, un “hito” que, según la compañía, supone “reforzar el posicionamiento de Talgo como fabricante líder del mercado de trenes Intercity en Europa occidental y central”. Esta misma semana, la danesa DSB ha dado el visto bueno a los 16 trenes (el mismo modelo que el de Alemania) que deberá fabricar para la ruta Copenhague-Hamburgo.

Estos fogonazos, sin embargo, no han conseguido apaciguar la situación de la empresa, que goza de una lista de pedidos en máximos históricos. Tiene encargos por 5.125 millones de euros y calcula que esta reserva de trabajo podría llegar a los 7.000 millones en pocos meses. El 80% de los encargos provienen de fuera de España. Las expectativas son muy buenas, a juzgar por estas cifras, pero esto no se está materializando en resultados favorables.

No hay músculo financiero suficiente para hacer frente a toda la carga de trabajo y conseguir la entrega en plazo de los compromisos. La producción va más lenta de lo deseado. Talgo ha tenido que renegociar su contrato con DB por falta de capacidad industrial para fabricar 60 unidades en lugar de 76 y reprogramar las entregas a la operadora alemana. Los nuevos accionistas deberán activar un plan industrial de urgencia ante un claro déficit de capacidad de producción, tal y como se puso de manifiesto después de los retrasos en la entrega de 30 trenes de alta velocidad Avril 106 a la operadora española Renfe. Más aún, el ministro de Transportes, Óscar Puente, llamó la atención este mes por nuevas demoras con 13 trenes del modelo Avril 107 (26 locomotoras) para el AVE.

La deuda financiera de Talgo alcanza los 467 millones, una carga excesiva que condiciona el funcionamiento de la empresa y que incide en el retraso de la entrada de capital durante la ampliación que se anunció a comienzos de este año. Los nuevos accionistas han planteado que, antes de llegar a Talgo, se consiga que los acreedores financieros (principalmente, Banco Santander, Caixabank y BBVA) acepten reestructurar esa deuda en dos tramos: un crédito de 650 millones con vencimiento a seis años y una línea de circulante de 120 millones a tres años y extensión automática durante dos años más. De forma adicional, Talgo busca una nueva línea de avales de 500 millones. Las negociaciones para sacar adelante este plan se mantienen en un absoluto secreto.

El futuro de Talgo pasa por abordar una catarsis. Ya lo ha advertido el auditor de las cuentas, Deloitte, que juzga urgente ampliar el capital y refinanciar la deuda para paliar la debilidad financiera. De no prosperar el plan de rescate previsto, incide el auditor, provocaría “una incertidumbre material que puede generar dudas significativas sobre la aplicación del principio de empresa en funcionamiento”. La acción de Talgo en la Bolsa cotizó a 2,56 euros el pasado jueves. Sigue muy por debajo de los valores que han ofrecido los nuevos inversores.

Una imputación inoportuna

Si todo lleva el curso previsto, se aprobará la adquisición del 29,77% del capital por parte de un entramado inversor encabezado por Jainaga, (imputado el viernes por la Audiencia Nacional por vender acero a Israel para fabricar armas), a quien acompañan el fondo Ekarpen, participado por el Gobierno vasco; Kutxabank, las tres diputaciones forales vascas y el grupo Mondragon, además de las fundaciones bancarias BBK y Vital. Aportarán 75 millones en obligaciones convertibles en acciones por las participaciones que tienen el fondo Trilantic y la familia Oriol por un precio de 4,25 euros por acción. El consejo de ministros autorizó a finales de julio a la Sepi invertir otros 75 millones (45 millones en la ampliación de capital para hacerse con el 7,87%) y un préstamo convertible por 30 millones. La entrada del capital público está condicionada a la inversión anunciada por los vascos, según el acuerdo que apalabraron a mediados de año el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el lehendakari, Imanol Pradales, con el objetivo de mantener el arraigo nacional de la empresa.

Jainaga se ha mantenido en silencio durante todo el proceso, fiel a su estilo discreto. “No dirá una palabra hasta que esto se materialice”, asegura una persona de su entorno. El Gobierno vasco no ha escondido su deseo de que la operación fructifique. Pradales ha reconocido, en un acto reciente en un encuentro en Madrid organizado por Nueva Economía Fórum, que espera “buenas noticias” en las próximas semanas. El consejero vasco de Hacienda, Noël d’Anjou, opina que el plan de rescate va en la dirección “correcta”, y el responsable de Industria, Mikel Jauregi, se ha mostrado convencido de las bondades de la colaboración público-privada que se impondrá en la compañía ferroviaria.

El Gobierno vasco no se había planteado participar con un representante en el futuro consejo de Talgo (tampoco está presente en CAF, donde cuenta con el 3% del capital), pero esta posición se podría modificar si finalmente el Gobierno central reclama estar presente en el consejo por la entrada de la Sepi.

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