Incapto, la empresa que ingresa diez millones vendiendo café en grano por suscripción
La firma nació en 2020 como una alternativa a las monodosis centrada en el café de especialidad
En Incapto quisieron ir al grano, concretamente al del café: “Incapto en latín significa no encapsulado, con lo cual ya es un guiño muy claro a que nosotros entendíamos que había una mejor forma de consumir café”, cuenta por videollamada Francesc Font, cofundador junto a Beatriz Mesas y Joaquim Mach. Concebían una forma igual de conveniente, pero sin los residuos que conllevan las monodosis y de mayor calidad. Con esta idea, la compañía echó a andar en 2020 con una apuesta centrada en el café de especialidad y en grano y el diseño propio de máquinas automáticas que facilitan a clientes profesionales y particulares con modelo de suscripción.
La idea inicial cuando Font y Mach se conocieron en el año anterior, sin embargo, no era montar esta empresa, sino un conglomerado de marcas nativas digitales enfocadas en el consumo recurrente y en la sostenibilidad. Pero al presentar los diversos proyectos a inversores, todos les preguntaban si podían participar solo en el del café, al que Mesas, experta en la materia prima con años de experiencia, se unió a principios del año siguiente. “Cuando me vinieron Francesc y Quim con la idea pensé que, si había una forma de que la gente pudiera pasar al café en grano, realmente era esta”, recuerda. Descartaron el resto de propuestas y constituyeron la compañía cuando la covid-19 ya copaba todos los titulares. “Un timing perfecto para montar una empresa: el 6 de marzo 2020”, recuerda Mach.
Encontraron al proveedor que fabricase las máquinas compactas, económicas y fáciles de usar que perseguían, tarea que no les resultó sencilla, y Mesas trabajó en un catálogo con diferentes orígenes y mezclas. “Y a partir de ahí identificamos un modelo de negocio que era: ‘Si tú me das tu fidelidad con una suscripción, yo te vendo la máquina prácticamente a precio de coste”, resume Font, que apunta a una amortización en torno a los ocho meses. “Desde el día uno esta fue nuestra tesis con los particulares: tostar y enviar, desintermediar la industria, ir a origen…”, apunta. “Y con esto eliminas prácticamente un 60% del coste de una taza”. También es posible comprar sus productos bajo demanda, tanto en su tienda online como en el punto de venta que tienen en Barcelona, al que se sumará otro en Madrid.
Para el cliente profesional, como oficinas u hoteles, definen su apuesta como coffee as a service (café como servicio), principalmente de facturación por consumo y con cesión de máquinas conectadas a una plataforma para el reabastecimiento automático. Aunque actualmente el peso del negocio dirigido al cliente final es ligeramente mayor, la tendencia apunta a una división al 50%. “Muchos inversores nos pedían que nos centrásemos en un tipo de cliente, pero siempre hemos creído que si queríamos ser una marca global teníamos que atacar. Ambas unidades de negocio tienen muchas sinergias”, apunta Mach.
La compañía trabaja con materia prima de nueve países, entre los que se encuentran Brasil, Guatemala o Etiopía, y a los que Mesa viaja, de manera alterna, cada año. “Intentamos que haya una relación estrecha con los productores”, dice. Más de la mitad de los proveedores actuales, asegura la cofundadora y jefa de producto, llevan con ellos desde el inicio. El grano que importan lo tuestan en una de las tres naves que tienen en Ripollet, Barcelona, que también albergan el proceso de envasado, la preparación de pedidos y el servicio técnico de las cafeteras.
El año pasado ingresaron 10,3 millones, y su plan para este 2025 está en superar los 16. “Este año deberíamos entrar ya en una fase de ebitda positivo”, comenta respecto a la rentabilidad. Su equipo está formado por 130 personas en España, Francia, Italia y Portugal.