José Elías, el milmillonario de barrio: “Los que hacen las leyes no han sido autónomos en su puta vida”

Este emprendedor de origen humilde está entre las 50 mayores fortunas de España con solo 48 años. Se ha arruinado dos veces, es ‘youtuber’ con miles de seguidores, avaló a Joan Laporta para ser presidente del Barça y cuestiona la calidad democrática mientras alaba la brillantez de Elon Musk

José Elías, que se ha arruinado dos veces, fundó su primera empresa con solo 20 años.Cristina Robles

Su vida parece una película. O quizá una serie, porque desde hace poco más de un año la retransmite puntualmente por redes sociales. “Cuelgo unos seis o siete vídeos a la semana. No sé de dónde saco el tiempo”, ríe por teléfono, a punto de coger un avión. Es Francisco José Elías Navarro, el niño de una familia humilde de Badalona que a sus 48 años ocupa el puesto 49 de la lista Forbes de millonarios españoles. Jose, ...

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Su vida parece una película. O quizá una serie, porque desde hace poco más de un año la retransmite puntualmente por redes sociales. “Cuelgo unos seis o siete vídeos a la semana. No sé de dónde saco el tiempo”, ríe por teléfono, a punto de coger un avión. Es Francisco José Elías Navarro, el niño de una familia humilde de Badalona que a sus 48 años ocupa el puesto 49 de la lista Forbes de millonarios españoles. Jose, el chaval al que su padre secuestró, el que tuvo dos partidas de nacimiento por desavenencias familiares, la persona con dos nombres hasta que a los 39 recuperó el verdadero; el multimillonario; el youtuber; el avalista de la directiva del Barça; el arruinado; el piloto de helicópteros; el emprendedor; el amigo de los coches caros; el tipo al que nunca le entró en la cabeza trabajar para alguien… Todo eso y mucho más cabe en la biografía del empresario que se acaba de sentar en la vicepresidencia de la constructora OHLA, su última jugada, y van unas cuantas.

El imperio de Elías Navarro no deja de crecer. Tanto, que él mismo no sabe decir con seguridad el número de empresas que posee. “A grandes rasgos tengo siete verticales”, describe. Dependen de su family office Excelsior Times, que administra Rosa González Sans, su mano derecha y la profesional que lo acompaña desde los inicios de su trayectoria empresarial en Orus Energía. El dinero de Elías está en el sector renovable —Audax—, las infraestructuras y telecomunicaciones —Ezentis, OHLA—, la sanidad —Atrys Health—, la alimentación —es dueño de la cadena de congelados La Sirena y de una empresa de pescado fresco, Parafarma—, el sector inmobiliario —Aspy Renta Vitalicia, Orus Properties, Merkamontgat Corporum Investments—, la agricultura —tiene cultivos de almendras y hortalizas con hidroponía en Agro Water Almonds, Owa Ecologic o Awa Segre— y las redes sociales —BLV Digital Zone—. Por vender, hasta vende joyas artesanales bajo la marca que lleva sus iniciales —JEN—.

Solo sus participaciones en compañías cotizadas suman, a precios del mes de enero, 631 millones de euros. En la lista Forbes le asignaban el pasado mes de noviembre un patrimonio de 940 millones. Pero muchas veces ha visto en sus cuentas más de mil millones al abrir el teléfono móvil para consultar el valor de sus empresas participadas. Se convirtió en milmillonario a los 43 años tras una operación peculiar: la fusión inversa entre Audax Renovables y Audax Energía, cuando el pez pequeño se comió al grande, aunque mucho antes de ese momento sufrió dos quiebras. Quizá por eso en cada frase que pronuncia viaja un titular: “Hay dos tipos de empresarios, los que van a caer y los que han caído ya”. “Me he arruinado dos veces. Cuantas más heridas, más aprendes”.

Primeras bofetadas

Las primeras bofetadas de la vida le llegaron demasiado pronto, cuando a los 19 años falleció su madre y cuatro años después, su padre, algo que, confiesa, le marcó profundamente. Terminó la carrera de Ingeniería Técnica Eléctrica y con 20 años fundó una empresa de instalaciones que llegó a tener 70 empleados en tres años. “Mi falta de experiencia se reflejaba en una estructura empresarial realmente deficiente. Por suerte, la caída fue menos abrupta porque evité endeudarme con los bancos”, cuenta en su libro de memorias, José Elías. Billionaire, escrito por Valen Bailon (EmprenBooks). Se financiaba con proveedores, y el crecimiento descontrolado provocó un agujero superior a 150.000 euros a precios de los años noventa. Despidió a casi toda la plantilla, subcontrató a una parte y estuvo cuatro años pagando las deudas de aquello.

Cuando creía que había pasado lo peor, sobrevino el segundo golpe en su siguiente empresa de instalaciones eléctricas, con la que llegó a facturar alrededor de 10 millones de euros, aunque con márgenes de beneficio muy ajustados. “Fue en agosto de 2008. Yo estaba de vacaciones tan tranquilo. El tsunami nos arrolló de manera repentina y despiadada. Mis clientes se borraron del mapa. En noviembre me vi cerrando mi empresa por segunda vez”. En esta ocasión fue sepultado por la Gran Recesión y la cadena de impagos de sus clientes, muchos de ellos promotores inmobiliarios que intentaron saldar deudas con pisos que nadie quería. Recuerda en uno de sus vídeos colgado en redes sociales que después de aquello tenía la pared de su despacho empapelada de pagarés: “Un pagaré es un papelito que se inventó en España que lo único que tiene de compromiso es el nombre, porque si no quieren, no te pagan. Tenía un montón que no iba a cobrar. Pensé: montaré una compañía en la que no vea un pagaré de estos en mi vida”.

Los últimos 3.000 euros

Se imaginó entonces fundando una empresa de servicios (de agua o luz) y con sus últimos 3.000 euros hizo lo que pocas personas harían: se pagó un curso de operador del mercado eléctrico en Madrid. Cuando lo terminó, se dio cuenta de una cosa: “No tenía ni puta idea del sector y me había gastado los últimos 3.000 euros. No tenía ni dinero para fundar una empresa”.

José Manuel Imañas, el encargado de su antigua compañía, le cedió el 70% de Orus, una sociedad que tenía activa, para poder poner en pie la firma de energía. Eran los tiempos del estallido de la burbuja y la ley exigía un capital social mínimo de 600.000 euros para montar una comercializadora eléctrica que, por supuesto, no tenían. Pero llegó uno de los muchos golpes de suerte que ha admitido haber vivido a lo largo de su carrera. La ley cambió eliminando ese requisito. “A partir de ahí las cosas fueron muy rápidas. En 2009 nos dieron licencia, empezamos facturando 49.000 euros el primer año, el segundo tres millones, el tercero 27, luego 125...”. Aunque facturar no siempre significa ganar. Tan espectacular crecimiento solo fue posible por otro golpe de suerte: el desplome de los precios de la energía les permitió comprar barato y mantenerse a flote ofreciendo tarifas sensiblemente más bajas que las de la competencia a cambio de un margen también muy pequeño.

José Elías nació en Badalona (Barcelona) hace 48 años.  Cristina Robles

A los tres años le recompró a su socio el 30% de la empresa por 2,5 millones de euros cumpliendo una de las máximas que siempre repite: “Si puedes no tener socios, no los tengas”. Siguiendo ese camino, exprimiendo las oportunidades de mercado que las compañías gigantes dejan a las pequeñas, en 2012 compró otra comercializadora llamada Audax Energía, y en siete años llegó a valer 1.100 millones de euros. Él lo atribuye a un equipo excepcional que desarrolló un sistema de venta a través de precios indexados que les permitía suministrar energía un 30% más barata que la competencia. Y a un departamento comercial magnífico. Quizá, también, despiadado. En 2022, La CNMC multa con 9,3 millones a Audax por captar clientes con “actos de engaño y confusión”, que se traducían en engañar y confundir a los clientes que tenían contratos con comercializadoras rivales para pasarlos a su cartera de gas y electricidad. La empresa consiguió el año pasado que la Audiencia Nacional suspendiese cautelarmente el pago de la sanción, pero el expediente sigue abierto.

En el camino ha dejado gente atrás y algunos cadáveres empresariales. Uno de los proveedores a los que dejó de pagar a punto estuvo de romperle la cara en 2009 cuando se presentó en su oficina con una llave inglesa gigante y empezó a destrozarlo todo. Despidió a mucha gente, incluidas personas de su familia, y se desligó de grandes colaboradores como de Eduard Romeu, que pilotó Audax desde 2015 y la abandonó en 2023 tras haber escalado la deuda a 750 millones. Romeu le puso una sorprendente condición cuando accedió al cargo: si Audax llegaba a valer 1.000 millones de euros, Elías le financiaría la campaña para ser presidente del Fútbol Club Barcelona. “Me pareció algo tan extravagante que le prometí que lo apoyaría”, contó en una entrevista con este periódico en abril de 2023. Y así fue como de la mano de José Elías —y de un aval de 17 millones para la candidatura de Joan Laporta— Romeu llegó a ocupar la vicepresidencia económica del club blaugrana, cargo que abandonaría el año pasado. Sin embargo, la relación entre ambos se fue enfriando: Elías le reprocha haberse ausentado de sus labores en la gerencia de Audax dejándola “a la deriva”, para centrarse en el club azulgrana.

El empresario de Badalona reconoce que, pese a todo, una de sus fortalezas ha sido siempre tener un buen equipo alrededor. “En Ezentis he puesto a Anabel [López], que es una persona de mi total confianza; en Audax tengo a Óscar [Santos, director general], en la Sirena a Xavi [Laffite, director], en Atrys he puesto a Rosa [González Sans, directora de Prevención]. Son gente que tiene una relación conmigo muy intensa, ejecutan un plan de ruta que marcamos conjuntamente”. ¿Cómo los selecciona? “No sabría decir, tengo bastante buen ojo, supongo. No sé el secreto…, quizá tener paciencia y darle oportunidades a la gente. Para llegar a esa conclusión he tenido que filtrar mucho. Óscar, por ejemplo, era responsable de banca. En otro tipo de empresa no hubiera llegado a ser responsable de una compañía cotizada que factura más de 2.500 millones”, explica. Todos ellos reúnen las tres cosas que más valora, por este orden: lealtad, actitud y aptitud.

Delegar le ha dejado las manos libres para dedicarse a construir una imagen pública sin filtros. Concertar una entrevista con él por Zoom de 10 minutos para recibir sus consejos empresariales cuesta 600 euros. Esas lecciones, que suelen recibir jóvenes deseosos de emprender, alimentan el contenido de sus canales. En YouTube comenzó en octubre de 2023 y tiene 380.000 suscriptores, con vídeos titulados así: “Me compré un rascacielos”, “Así uso mi avión en mis empresas” o “Cómo pasé de la ruina a ser el 32 más rico de España”. En Instagram suma otros 574.000 seguidores.

Dinero y felicidad

¿Por qué le interesa tanto estar en las redes? “No es un tema de interés, creo que tengo cierta responsabilidad para dignificar la figura de los empresarios”, responde. “En España hay dos tipos de educaciones, la del colegio de élite y la del colegio de barrio. En el colegio de barrio te venden que el dinero no da la felicidad, que no se puede hablar del dinero… Tienen parte de razón, pero en esto de que en España se envidie más que se admire no estoy de acuerdo. Creo que hay que cambiar la mentalidad, es lo que quiero transmitir. No por ningún interés concreto. Las redes las utilizo para hacer publicidad de mis empresas, y también para dar opiniones como un ciudadano más. Si las quieres las coges y si no le das al botón de dejar de seguir, cierras la puerta y que no se vaya el gato”, ríe. Su timeline es una sorprendente mezcla de intervenciones cargadas de sentido común con sentencias extravagantes e indisimulados mensajes para apoyar sectores en los que él tiene intereses: ha dicho que no utiliza la sanidad pública “porque es una mierda” —algunas de sus empresas operan en el sector sanitario— o que “los agricultores deberían estar más subvencionados porque son muy importantes”—tiene negocios agrícolas—.

Por encima de todo, su bestia negra son los políticos. “Tengo pensamiento de izquierda, que es lo que se vivió en mi familia. Pero para mí la izquierda significa que la gente viva mejor, y esta izquierda no veo que lo procure eso en ningún momento. En España no lo sabemos, pero somos pobres. Tengo 48 años y estoy en el 50 de Forbes, suena a chiste. Nos estamos convirtiendo en un país de pandereta. Tenemos unos tíos que nos dirigen que nos están haciendo creer a los españoles que somos gilipollas una y otra vez. No te voy a decir que es solo el PSOE, son todos”.

Cuando se le pregunta a quién le compraría un coche usado, si a Alberto Núñez Feijóo o a Pedro Sánchez, dice: “No veo mucha diferencia, creo que son iguales”. Y lo mismo opina de la ultraderecha, de partidos como Vox o Se Acabó la Fiesta. “Cuando empecé a hacerme grande como empresario me decían: cuando seas realmente grande tienes que ser un tío serio. Se me quedó grabado. A un tío serio no hace falta que le digas lo que tiene que hacer, tu ética no te permite tratar de convencer a la gente de que son gilipollas. Y yo me siento tratado como un gilipollas. Hay un montón de cosas que creo que son solucionables y todos dicen que lo van a solucionar y no lo hacen”. Entre ellas llega a cuestionar el sistema democrático. “Creo en la democracia, pero democracia de verdad”. ¿Y cómo debería ser la democracia? “Pues vete a Suiza, te preguntan si quieres los buzones aquí o allí. La gente puede opinar. Aquí en cambio no se puede opinar, das los votos y hacen lo que les sale de los cojones, incumplen lo que te dicen… Eso no es democracia, es un paripé”, responde.

El mordisco de la víbora

Sin embargo, dice no tener ambiciones políticas para arreglar todo lo que critica. “No, no me lo planteo. Hay alguno que dice que soy populista, pero no, no quiero obtener votos, doy mi opinión como un ciudadano”. Para él, dice, su popularidad en canales no convencionales —donde ningún empresario de su estatus se atrevería a exponerse de esa manera— le llena de energía para transmitir lo que llama “el mordisco de la víbora”, el afán por el emprendimiento. Su faceta con los medios digitales la inició con Sergio Beguería y Juan Domínguez (del podcast Tengo un plan), y continúa con la ayuda de Eric Ponce, con quien tiene el podcast Búscate la vida. Cuenta orgulloso que el año pasado, en un evento con cientos de jóvenes, había un futbolista, “y los chavales se hacían las fotos conmigo y no con el futbolista”. Lo mismo se viste de Papá Noel que se sube a su jet privado para irse a Noruega a ver granjas de salmones. “La gente no me sigue porque le genere una inquietud, sino porque hago el efecto espejo. Ven a un tío como de barrio, que habla como ellos, y que creciendo en una familia humilde ha conseguido ciertos éxitos… No me están viendo a mí, están viendo un espejo donde se pueden ver reflejados. Si ese espejo vale para que alguien prospere… A veces me mandan mensajes del tipo: ‘He visto un reel tuyo, he dejado el trabajo y he montado una empresa. Yo me cago vivo (risas) con la responsabilidad, pero soy feliz”.

Feliz, millonario, con una vida de sube y baja, siempre al límite. “No estoy vendiendo ningún curso para hacerse rico, digo lo que me pasa por la cabeza con sentido común”. Su sentido común le hace pensar que Elon Musk, a quien alabó en el pasado, es una persona brillante. “Dentro de cien años hablarán de Elon Musk como hablarán de Steve Jobs, también hablarán de Amancio Ortega, y seguramente del papa Francisco. Sigo pensando que Elon Musk es un tipo brillante, capaz de hacer cosas que otros no hacen”. En España, en cambio, observa una falta de liderazgo: ¿quién va a sustituir a Florentino, a Fainé, Amancio, Juan Roig? ¿Qué empresarios venimos subiendo? ¡No hay nadie! En España no hay grandes empresarios, y me incluyo como no-grande empresario. Creo que un pequeño empresario que tenga una empresa de 10 empleados está más puteado que muchos trabajadores. ¿Cuál es la diferencia? Conozco a empresarios que tienen un bar, que no cobran la nómina para pagar a sus trabajadores, y quiero poner en valor eso. Tenemos un sistema de mierda, intenta hacerte autónoma, a ver cómo sobrevives. No hablo de Amancio Ortega, ni de mí. Móntate un bar… a ver qué cobras a finales de mes. Los que hacen las leyes no han sido autónomos en su puta vida”. Lo dicho, cada frase, un titular. Elías, el milmillonario de barrio.

Sin pelos en la lengua

José Elías puede ser de todo menos políticamente correcto. A continuación se ofrece una recopilación de algunas de las reflexiones que ha dejado el empresario en su cuanta de Instagram y en su canal de YouTube:

  • “Mi misión es que no vean a los empresarios como si fueran criminales”
  • “Hay empresarios hijos de puta, también hay empleados hijos de puta”
  • “No es que sea el más listo del patio, es que he vivido muchas cosas”
  • “¿Sabes dónde genero yo el compromiso? En el helicóptero. En un lugar donde no estás en modo negocio. La primera vez que te subo en el helicóptero estás entregado, cuando me bajo y te digo si vamos a comer, obviamente me vas a decir que sí”
  • “Yo con la IA tengo la misma sensación que con el blockchain. Hubo un momento que se utilizaba el bolckchain para meterlo en el bocadillo de calamares. Tengo que ver cómo mejoran la vida de la empresa las aplicaciones de la IA”
  • “En este país solo le dan dinero a los que tienen dinero. Eso es una evidencia y todo el mundo lo sabe”
  • “Normalmente compro una empresa al mes, el mes que no la compro me parece raro. La ventaja que tengo es que tengo un equipo que es la hostia. Les digo, hágase… y a los tres días está hecho”
  • “No me he levantado a las cinco de la mañana en mi vida, y no me ha ido mal. No hay ninguna relación entre levantarte a las cinco de la mañana y ser rico”
  • “Me llegan pocos problemas, pero cuando me llega un problema es de cojones. No voy a estar contando mis mierdas a todo el mundo. Si solo te quedas con que tengo un helicóptero y un coche de puta madre te quedas con un 10% de la historia. La historia completa es: muchas mierdas y un poquito de bueno”
  • “La felicidad es más fácil en los tontos que en los listos. Cuando eres tonto y no te preocupas de nada es más fácil ser feliz”
Elías ha participado en la ampliación de capital para dar estabilidad financiera a OHLA. En la imagen, la sede de la compañía en Madrid.  Alberto Gardin (SOPA Images / ZUMA Press / ALAMY / CORDON PRESS)

Los planes para una compañía con solera

Fue durante una comida en Madrid. “Me comentaron la operación de OHLA, hice un par de llamadas… Me dijeron: ‘Llegas tarde’ [porque había otros inversores interesados], pero a cabezón no me gana nadie y al final nos llevamos la operación”. José Elías describe así el salto a OHLA que ejecutó a finales del año pasado, un movimiento que le otorgará, cuando termine la segunda ampliación de capital ahora en marcha, alrededor del 10% de la constructora.

Durante casi un año negoció la operación para entrar con otros inversores (José Eulalio Poza, fundador de MásMóvil, Aniol Brosa y Roger Piqué, del grupo Inveready y la promotora de parques solares Coenersol), pero explica que cada uno defenderá en el consejo sus intereses, no habrá ninguna acción concertada. No teme las dificultades que pueda encontrar: “En OHLA ha habido bastantes fases, una previa a 2008 donde la compañía iba muy bien, una parte posterior donde se abrieron muchos melones, algunos fueron muy bien y otros no tan bien, y eso dio lugar a contratar obras con un riesgo excesivo que condujeron a la compañía a caer en los famosos legacy (proyectos fallidos) que se han llevado prácticamente 3.000 millones en los últimos 10 o 12 años”.

Su plan pasa por “redimensionar” la compañía, “dando un paso atrás para poder luego dar dos para adelante”. ¿Cómo, si el nuevo consejero delegado, Tomás Ruiz, fue impuesto por los principales accionistas, Luis y Mauricio Amodio? “Las decisiones se tomarán desde el consejo para que el consejero delegado las ejecute”, responde el empresario, que ocupa la vicepresidencia no ejecutiva. “Me preocupa no tomar las decisiones que hay que tomar para que vuelva a ser la empresa que fue. Las compañías no se arreglan solas, en OHLA hay que tomar decisiones”. Elías valora que con la nueva inyección de capital, que sumará 150 millones, se ha despejado el duro calendario de vencimientos de deuda que tenía el grupo. “La compañía está estabilizada, tiene mucha grasa que quitar, y mucha carne magra que tiene mucho valor. El precio al que hemos entrado es tremendamente bueno”. Su vocación, asegura, es de permanencia.

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