¿Se ha pinchado la burbuja de las mascotas? El sector se enfría pero sigue siendo una máquina de generar dinero
La venta de productos continúa creciendo, pero los expertos aprecian una corrección tras el bum de adopciones y compras durante la pandemia
Kuki, una simpática yorkshire terrier de 14 años, ha recuperado el interés por perseguir pelotas de tenis gracias a su nueva rodilla de titanio. Como ella, miles de mascotas están prolongando su vida e inyectando ingresos en un sector que se disparó durante la pandemia y que ahora protagoniza, digamos, un confortable aterrizaje.
En Anfaac, la asociación de fabricantes de alimentos para animales de compañía, dicen que España está entrando en un “contexto de equilibrio” respecto a las mascotas. Ofrecen varios datos: l...
Kuki, una simpática yorkshire terrier de 14 años, ha recuperado el interés por perseguir pelotas de tenis gracias a su nueva rodilla de titanio. Como ella, miles de mascotas están prolongando su vida e inyectando ingresos en un sector que se disparó durante la pandemia y que ahora protagoniza, digamos, un confortable aterrizaje.
En Anfaac, la asociación de fabricantes de alimentos para animales de compañía, dicen que España está entrando en un “contexto de equilibrio” respecto a las mascotas. Ofrecen varios datos: la industria a la que representan facturó el año pasado 1.955 millones, un 14% más, pero vendió 561.305 toneladas de productos, unas 1.000 menos que el año anterior. Menos pienso y más caro, en parte por efecto de la inflación, aunque también por el hecho de que la comida se ha vuelto más exclusiva, con, supuestamente, mejores ingredientes. Además, a las croquetas secas les come terreno, aunque de manera muy tímida y minoritaria, la comida húmeda. ¿Ha llegado el fin del bum de las mascotas? Seguramente no, piensan la decena de profesionales consultados de las ramas de alimentación, veterinaria, seguros, distribución y servicios. Pero quizá se haya moderado el consumo desaforado.
“Dentro del crecimiento hay una cierta corrección”, razona Caroline Arrú de Caveda, responsable de Marketing del grupo IskayPet. La compañía, dueña de las marcas Kiwoko y Tiendanimal, tiene además 66 clínicas veterinarias, 165 peluquerías y un hospital veterinario abierto hace poco más de un año en Velázquez, una de las calles más exclusivas de Madrid. “Es cierto que hubo un pico pandémico, pero las perspectivas siguen siendo muy buenas”, añade. Lo prueba la expansión de sus establecimientos: este año se han propuesto abrir 30 nuevas tiendas en la Península (tienen 312 en total).
Un informe de la Asociación Madrileña de Veterinarios de Animales de Compañía (AMVAC) estima que, si a lo que facturan los fabricantes de alimentos se le añade el negocio de medicamentos (463 millones, un 4,4% de crecimiento en 2023) y las clínicas (2.613 millones, 8,3% de alza), el monto total desembolsado en mascotas en el país alcanza ya los 5.770 millones de euros, el equivalente al dinero que genera, por ejemplo, todo el sector logístico.
Hay varias razones tras estas cifras: después de la pandemia pudo haber sido fácil dejar las clases online de gimnasia, pero los perros, gatos, canarios, conejos o cobayas adoptados o adquiridos entonces siguen formando parte de los hogares —las cifras de abandonos, según la fundación Affynity, permanecen invariables hasta 2023 en unos 286.000 anuales—. Según diversos estudios, entre un 43% y un 49% de las familias tiene un animal (o varios), y se han construido muchos titulares con el llamativo dato de que hay más perros que niños menores de 14 años. El censo de Anfaac habla de 9,3 millones de canes, seis millones de gatos y unos 10 millones de pájaros, tortugas, conejos y demás mascotas. “Hay una tendencia a pasar de perros grandes a pequeños, que comen menos”, explica Arrú. También está creciendo la tenencia de gatos frente a los perros. Eso ayudaría a entender la caída de volumen de pienso vendido. También hay otra corriente, imparable, de humanización, que según Santiago de Andrés, el secretario general de Anfaac, ejerce de mecanismo impulsor: “Es decir, muchos dueños buscamos comida para animales de compañía que refleje nuestros propios gustos. Como resultado, se produce un aumento de la demanda de productos premium, con alimentos naturales, crudos y orgánicos”.
Quizá por eso el negocio se mueva a golpe de novedades: más de 20.000 profesionales pasaron el año pasado por la feria Iberzoo Propet en Madrid. “Esta edición esperamos tener más de 240 expositores”, avanza Ana Rodríguez, su directora. La salud animal es uno de esos lugares con más espacio para crecer, opinan en la multinacional de belleza y rehabilitación Indiba. “La industria está en pleno cambio. Se espera que el mercado global de atención veterinaria alcance los 59.000 millones de dólares en el mundo para 2030, creciendo un 7,3% anual”, señala Jefferson Moutinho, responsable de marketing. Cree que para su terapia láser, que combate artritis, dolor articular, lesiones y ayuda a la cicatrización de heridas, la demanda será aún mayor.
Aunque no todo el mundo es tan positivo. Javier Sancho, director del Grupo Visán, que fabrica varias marcas de piensos como Harper & Bone, cree que muchos operadores han abrazado el negocio “pensando que iba a crecer de forma indefinida”, pero terminarán saliendo del mercado, “porque no da de sí para tanta marca nueva. Este reajuste creemos que durará tres o cuatro años”.
Emilia Díaz, presidenta de la Asociación Española de Estilistas Caninos (AEEC), habla de esa saturación y de intrusismo. Tiene un centro estético en Girona y otro en Marbella en los que cualquier persona se arreglaría el pelo con los ojos cerrados. Realiza limpieza de oídos, tratamientos capilares de hidratación, reestructurantes, detox o spa que cuidan el manto natural y están adaptados al estandar de cada raza (o al que más se le parezca en el caso de perros mestizos). “Llevo 38 años en esto y sé que hay que evolucionar, formarse. Los clientes son cada vez más exigentes, saben lo que necesita su perro”. En España está reconocida la figura de estilista canino y se va a aprobar un certificado de profesionalidad de FP que supuestamente será obligatorio para ejercer, pero por el momento es una profesión sin ley. “Hay una economía brutal en el mercado sin ningún tipo de control de calidad. Personas que trabajan sin un espacio preparado para la mascotas con luz o ventilación. Muchos sitios son zulos y todo el mundo trabaja, pero no todo vale, son seres vivos y hay que saberlos atender”.
La hostelería también ha abierto sus habitaciones a los seres de cuatro patas. Carlos Nuñez, director de Ventas de Travelodge, cadena británica que cuenta con 11 hoteles en España, explica que en su caso solo cobran un suplemento de 20 euros por limpieza si la estancia se prolonga más de una semana. Sin embargo, en otros hoteles, lo habitual es pagar 10 euros o más cada noche. Porque cada vez más gente está dispuesta a emplear dinero en sus animales.
Lluvia de ofertas para un seguro que no es obligatorio
En su artículo 30, la Ley de Bienestar Animal establece que, en el caso de la tenencia de perros y durante toda la vida del animal, el dueño deberá tener un seguro de responsabilidad civil por daños a terceros, “que incluya en su cobertura a las personas responsables del animal, por un importe de cuantía suficiente para sufragar los posibles gastos”. Sin embargo, hasta que no se concrete el reglamento que la desarrolla, ese requisito no es obligatorio. Desde Línea Directa, su director comercial, Diego Ferreiro, explica que hasta ahora lo habitual era que los seguros de hogar incluyesen una cobertura básica para perros, que cubre esencialmente la responsabilidad civil del propietario, “es decir, responde por los daños que la mascota pueda provocar a terceros”. Pero normalmente estos seguros excluyen a los canes considerados potencialmente peligrosos. Eso, y el hecho de que muchas personas viven de alquiler, ha llevado a las compañías a lanzar productos específicos. “Según un estudio que realizamos el año pasado, el 30% de los propietarios admite no tener aún una póliza de este tipo. Hay un amplio margen de crecimiento”.