Un ciclo que no se detiene

La economía norteamericana aborda una fase madura pero unos tipos reales relativamente bajos, la fortaleza de la demanda y un mercado laboral robusto continuarán manteniendo el pulso

Jerome Powell, presidente de la Reserva Federal, habla en una conferencia de prensa el pasado 18 de septiembre.Tom Brenner (REUTERS)

Entramos en una nueva fase: la Reserva Federal acaba de iniciar la senda de recortes de tipos de interés para tratar de compensar el encarecimiento de los costes de financiación que afecta a la economía. Aunque esta medida insuflará liquidez al sistema, las rebajas de tipos suelen certificar la madurez de los ciclos y generalmente se asocian a que, en muchas ocasiones, los bancos centrales no llegan a tiempo de evitar las recesio...

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Entramos en una nueva fase: la Reserva Federal acaba de iniciar la senda de recortes de tipos de interés para tratar de compensar el encarecimiento de los costes de financiación que afecta a la economía. Aunque esta medida insuflará liquidez al sistema, las rebajas de tipos suelen certificar la madurez de los ciclos y generalmente se asocian a que, en muchas ocasiones, los bancos centrales no llegan a tiempo de evitar las recesiones.

La economía afronta una cuesta arriba y el objetivo es hacer todo lo posible para poder superarla. De todas formas, no es lo mismo subirla con un viejo 600 que con un Cybertruck, uno de los últimos prodigios de la tecnología que, aunque pesa 5 toneladas, acelera de 0-100 km/h en 2,6 segundos, e incluso está construido a prueba de balas.

No nos entiendan mal. Este ciclo no está blindado frente a una recesión, pero sí reúne algunas peculiaridades que lo hacen menos vulnerable que otros y creemos que, el año que viene, el mundo será capaz de sumar un +3%, un crecimiento suave por debajo de la media histórica del +3,5%, fruto de una desaceleración en China y EE.UU. y una discreta mejora de Europa.

Sus tres características más destacables son:

En primer lugar, los tipos de interés reales no son muy elevados en términos históricos, ya que esta vez han alcanzado un 2,7%, casi la mitad del promedio histórico del 5,3% al que comenzaron a recortarse los tipos en ciclos anteriores, factor que añade menos presión a la economía.

En segundo lugar, el shock de inflación que desencadenó las subidas de tipos hace más de dos años se generó por factores mixtos y no por alteraciones exclusivamente de oferta. Es importante considerar que, cuando en el pasado los ciclos fueron antecedidos por shocks de inflación de oferta, concluyeron en recesiones. Sin embargo, cuando el shock vino por la demanda o fue mixto, como en esta ocasión, el de mediados de los 80 o el de 1995, la Reserva Federal fue capaz de articular un aterrizaje suave.

En este sentido, una inflación pura de demanda, aunque negativa para la estabilidad de precios, es una buena señal por el lado del crecimiento, pues significa que el consumo privado se mantiene saludable y que el ciclo tiende a ser más resistente a la política monetaria restrictiva.

El tercer aspecto especialmente característico de este ciclo es que el mercado laboral se mantiene tendencialmente robusto ya que el desempleo es menor que la tasa natural de paro, lo que genera salarios reales más elevados, que las empresas incrementen su inversión y una mayor productividad.

En definitiva, aunque ciertamente vamos hacia un crecimiento menor y ha llegado el momento de afrontar la cuesta arriba, hay que seguir poniendo el foco en el movimiento de este ciclo que, como el Cybertruck, no es fácil de detener. Ya saben aquello que decía Confucio, no importa lo lento que vayas mientras no te detengas.


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