La crisis llega a las universidades del Reino Unido
La inflación pesa sobre unas matrículas topadas y el discurso de Sunak desincentiva a los estudiantes extranjeros
Las universidades del Reino Unido han sido siempre la razón para perdonar el torpe orgullo del Brexit. Son la joya de la corona de un país cuya educación superior sigue teniendo un nivel de excelencia. Diecisiete de ellas forman parte de las cien mejores del mundo. Y constituyen, además, una fuente de ingresos de primer nivel. Se calcula que contribuyen con más de 150.000 millones de euros a la ec...
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Las universidades del Reino Unido han sido siempre la razón para perdonar el torpe orgullo del Brexit. Son la joya de la corona de un país cuya educación superior sigue teniendo un nivel de excelencia. Diecisiete de ellas forman parte de las cien mejores del mundo. Y constituyen, además, una fuente de ingresos de primer nivel. Se calcula que contribuyen con más de 150.000 millones de euros a la economía del país. En la actualidad sufren una crisis que puede poner en riesgo su preponderancia mundial.
Un estudiante británico que quiera matricularse en un grado o posgrado universitario deberá pagar 9.250 libras esterlinas anuales de matrícula (unos 10.800 euros). La cantidad está limitada por ley desde hace una década, con lo que las universidades deben hacer frente a una inflación galopante y a una competición que les fuerza a contratar profesores con salarios atractivos y a ofrecer una amplia variedad de grados y cursos. Es una cifra astronómica si se compara con las tasas de matrícula en España, que pueden variar entre los 680 y los 1.280 euros al año.
Hasta 1998, el acceso a la enseñanza superior era absolutamente gratuito en el Reino Unido. Fue un Gobierno laborista, el de Tony Blair, el que abrió el grifo, ante la creciente demanda de trabajadores con título universitario. El sistema de préstamos estatales a los estudiantes —que solo están obligados a devolverlos cuando entran en el mercado laboral y a partir de un umbral salarial que es generoso—, sigue garantizando el acceso a la educación superior de muchos alumnos nacionales, pero no basta para financiar un sector que se ha convertido en un negocio competitivo y sofisticado.
Russell Group, la asociación que representa a veinticuatro de las instituciones educativas superiores británicas más prestigiosas —Cambridge, Imperial College o London School of Economics, entre otras—, calcula que, en la situación actual, cada alumno británico supone a las universidades una pérdida cercana a los 3.000 euros anuales, que podría alcanzar los 6.000 al final de la época de estudios.
El camino
La mayoría de las universidades compensan su estrés financiero con la incorporación de alumnos extranjeros, que suponen el 20% de los ingresos, y puede representar hasta 32.000 libras anuales (unos 37.000 euros) de matrícula. Son sobre todo alumnos asiáticos, pues la llegada del Brexit suprimió el acceso de los estudiantes de la Unión Europea en las mismas condiciones que los británicos, y los alejó considerablemente de las universidades del Reino Unido.
Los estudiantes procedentes de la India, China, Nigeria o Bangladesh han llegado a suponer el 10% del alumnado de los centros más demandados en Inglaterra, pero en los últimos meses han surgido señales de alarma. Y el discurso antiinmigración del Gobierno de Rishi Sunak, que se enfrenta a un año electoral complicado, ha tenido mucho que ver con el declive.
El reciente anuncio de Downing Street de que se planteaba eliminar el derecho de los alumnos de maestría a reagruparse en el Reino Unido con miembros de su familia, o los llamados graduate visa route (permisos de trabajo temporales para graduados), ha desalentado a muchos alumnos aspirantes a dar el salto.
“La graduate route es una parte esencial de la oferta del Reino Unido a potenciales estudiantes. Muchos de nuestros competidores ofrecen cosas aún más atractivas. Los alumnos internacionales suponen una contribución neta a la economía del país de alrededor de 46.000 millones de euros al año, algo que beneficia a todo el Reino Unido”, ha alertado Vivienne Stern, la directora ejecutiva de Universities UK, la asociación que representa y defiende los intereses de más de 140 centros de educación superior. “Nadie quiere que se den abusos en el sistema, y estamos dispuestos a trabajar con el Gobierno para evitarlo. Pero es conveniente que se descarte la idea de eliminar por completo los permisos temporales de trabajo”, ha reclamado la asociación.
Según datos del Servicio de Admisiones de Universidades (UCAS, en sus siglas en inglés), que el diario Financial Times ha examinado a conciencia, cerca de un tercio de las instituciones educativas británicas han visto recortadas en un tercio el número de solicitudes de ingreso de alumnos extranjeros no procedentes de la UE. Algunos centros, como la Universidad de York, han decidido reducir notablemente el nivel académico exigido a los alumnos extranjeros para poder incorporarse a sus grados.
Un análisis llevado a cabo por la consultora PwC para Universities UK, basado en los ingresos financieros de cerca de 70 centros británicos en el curso 2021-22, calcula que para finales de 2024 un 40% de ellos habrá entrado en situación deficitaria. Y la solución, sugiere el informe, solo puede venir de dos vías: aumentar el número de matrículas de alumnos extranjeros o aumentar el precio exigido a los alumnos nacionales. A pocos meses de unas elecciones en las que el Partido Conservador se juega su futuro, ninguna de las dos respuestas resulta atractiva para Sunak.
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