La economía egipcia resiste (de momento) la tensión en Oriente Próximo
El Gobierno usa la amenaza de la inestabilidad para conseguir más ayudas de sus aliados y esquiva los pronósticos más catastrofistas
Hasta hace apenas dos meses, muy pocos en Egipto se acordaban de las bebidas de Spiro Spathis, una empresa local fundada en 1920 por un inmigrante griego del mismo nombre que se reivindica como la primera gaseosa que empezó a producirse y a comercializarse en el país, inicialmente en una fábrica situada en una popular calle del centro de El Cairo.
En las últimas semanas, sin embargo, la compañía afirma estar experimentado una suerte de renacimiento por carambola. Una iniciativa popular...
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Hasta hace apenas dos meses, muy pocos en Egipto se acordaban de las bebidas de Spiro Spathis, una empresa local fundada en 1920 por un inmigrante griego del mismo nombre que se reivindica como la primera gaseosa que empezó a producirse y a comercializarse en el país, inicialmente en una fábrica situada en una popular calle del centro de El Cairo.
En las últimas semanas, sin embargo, la compañía afirma estar experimentado una suerte de renacimiento por carambola. Una iniciativa popular para boicotear productos y marcas que se asocian de algún modo a Israel, lanzada como respuesta a su ofensiva militar sobre Gaza, está beneficiando, de rebote, a algunas firmas nacionales como Spiro Spathis. La campaña de boicoteo, cuyo impacto es difícil de determinar, ha dejado otras estampas inusuales en redes sociales y medios locales: establecimientos desiertos de cadenas como McDonald’s y Starbucks, llamadas a no consumir ni Coca-Cola ni Pepsi, y estudiantes de una elitista universidad de El Cairo saboteando a la aseguradora Axa durante una feria laboral.
En un país donde las manifestaciones están en la práctica prohibidas, algunos han encontrado en el boicoteo a empresas con vínculos con Israel una forma de protestar, como ha sucedido, aunque con un alcance muy desigual, en otros países como Jordania, Kuwait y Marruecos. “Cuando la idea del boicoteo surgió, con unos pocos productos como Pepsi y Coca-Cola, empecé con todos ellos”, cuenta Arwa, una joven profesora de El Cairo que prefiere que se publique solo su nombre de pila. “Ahora tengo más cuidado con lo que compro y creo que he reducido mis compras y compruebo más si se trata de productos egipcios”, agrega. “El boicoteo es lo mínimo que podemos hacer por el valiente pueblo palestino”, desliza.
Hay quienes creen, en cambio, que el boicoteo, por limitado que sea, puede representar un escollo adicional en un momento en el que Egipto sufre una crisis que ha hecho mella en el poder adquisitivo de la mayoría de egipcios y ha perjudicado las ventas de muchas empresas. En este contexto, la Federación de Cámaras de Comercio Egipcias (FEDCOC) llamó en noviembre pasado a suspender la campaña, alegando que las empresas a las que se dirige son franquicias con trabajadores egipcios y pagan sus impuestos en Egipto.
Un golpe tras otro
Para el país árabe, la ofensiva israelí sobre Gaza llegó cuando todavía estaba tratando de asimilar el duro revés que representaron las turbulencias económicas causadas por la pandemia y la invasión rusa de Ucrania, que mostraron la fragilidad de su economía y la insostenibilidad del modelo de crecimiento perseguido por El Cairo los últimos años. Este se sustentaba en la acumulación de deuda y una elevada inversión en grandes proyectos de infraestructuras de retorno incierto, mientras se desatendía un abultado déficit comercial que intentaba cubrirse sobre todo con remesas, ingresos del turismo y capital especulativo volátil; una fórmula muy vulnerable a reveses externos.
Pese a ser países vecinos y mantener relaciones diplomáticas desde hace más de 40 años, Israel representó menos del 0,5% de las exportaciones egipcias en 2022 y apenas el 1,5% de sus importaciones, sobre todo combustible, según los cálculos del Centro de Comercio Internacional basados en las estadísticas de la base de datos Comtrade de la ONU.
Aun así, el inicio de la ofensiva en Gaza generó alarma porque amenazaba con afectar dos de las principales bazas con las que todavía contaba Egipto: las exportaciones de gas natural y el turismo. Pero las previsiones más catastrofistas no solo no se han cumplido, sino que por ahora El Cairo está siendo capaz de navegar la tormenta con habilidad mientras intenta capitalizar el momento para recibir más ayuda del exterior. “Hasta ahora, el impacto [económico] de la guerra en Egipto es mínimo”, constata Alia Al Mahdi, ex decana de la Facultad de Economía y Políticas de la Universidad de El Cairo. “No ha habido cambio en el rendimiento de la economía, salvo en el turismo”, agrega.
En el año fiscal
2022-2023, el gas natural fue la principal exportación de Egipto, gracias a las importaciones de gas israelí que El Cairo reexporta. Cuando estalló la crisis en Gaza, Israel frenó la producción en su segundo mayor campo de gas y suspendió las exportaciones a Egipto por uno de los dos gasoductos que les conectan, lo que redujo el flujo de gas a casi cero. La actividad, sin embargo, se reanudó a inicios de noviembre y el volumen de gas israelí ha vuelto a niveles similares a los previos a la guerra. “Egipto ha exportado dos cargamentos [de gas natural licuado] desde el 21 de noviembre. ¿Pero puede mantenerlo? No lo creo”, afirma Peter Stevenson, experto del Mediterráneo oriental en el Middle East Economic Survey, una publicación especializada en la industria energética. “Esto se debe principalmente a la caída de la producción en el yacimiento de gas de Zohr. Creo que en general la tendencia será a la baja año tras año”.
En el caso del turismo, organismos como el FMI predijeron que la guerra en Gaza podría alejar a potenciales visitantes en los países vecinos. Pero el Gobierno egipcio asegura que el impacto sobre las reservas hoteleras ha sido inferior al 10% y que el número de turistas en octubre y noviembre fue superior que durante el mismo periodo del año anterior. “Las únicas zonas ligeramente afectadas son las del Sinaí, como Taba, Dahab, Nuweiba y Sharm El Sheij. Sin embargo, constituyen menos del 20% del total de reservas turísticas [del país], y la mayoría no son cancelaciones sino aplazamientos”, señala Moataz Sedky, copresidente del comité de viajes de la Cámara de Comercio Americana egipcia. Algunas de estas localidades son destinos turísticos especialmente populares entre los israelíes.
En las últimas semanas, Egipto está teniendo que lidiar con otro contratiempo provocado por la crisis en Gaza: las perturbaciones de la navegación en el mar Rojo por los ataques del movimiento Huthi de Yemen contra buques comerciales y el consecuente declive del tráfico por el canal de Suez, que representa una fuente de ingresos clave para El Cairo.
El número de barcos que transitaban por la zona ha llegado a caer hasta un 40%, según la plataforma de seguimiento naval Project44. Pero en los últimos días varios gigantes navieros, incluidos Maersk y CMA, han anunciado su intención de reanudar la circulación después de que EE UU anunciara un mayor despliegue militar, por lo que el impacto para las armas públicas egipcias todavía queda por ver.
Paralelamente, la crisis en Gaza y el espectro de un posible contagio a Egipto que pueda ahondar su crítica situación económica y generar inestabilidad ha llevado a sus principales aliados internacionales a mostrar signos de estar dispuestos a dejar atrás las reticencias que habían expresado en el último año a volver a rescatar a El Cairo sin condiciones. Ahora, los países del Golfo parecen más inclinados a tender una mano a Egipto en forma de nuevos depósitos en su banco central, apoyo a la divisa y nuevas inversiones, mientras el FMI estudia aumentar un préstamo de 3.000 millones de dólares firmado en 2022.
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