El león más famoso de Bélgica se revuelve contra las franquicias
La decisión de la multinacional holandesa Ahold Delhaize de franquiciar los 128 supermercados se ha convertido en un gran conflicto laboral
Hay una normalidad rara en los supermercados de la cadena Delhaize en Bélgica. Están todos los del país abiertos, dice la empresa. Al entrar en dos de ellos en Bruselas, en algunos pasillos se ven estanterías con huecos y vacíos inusuales, pero no es algo abrumador. Ni siquiera es muy elocuente. Tampoco hay ya carteles con las protestas de los trabajadores ni piquetes sindicales para contarles a los clientes lo que pasa. Para darse cuenta del problema que existe, hay estar avisado de él. ¿Qué problema? El abismo enorme entre la plantilla y la empresa desde que...
Hay una normalidad rara en los supermercados de la cadena Delhaize en Bélgica. Están todos los del país abiertos, dice la empresa. Al entrar en dos de ellos en Bruselas, en algunos pasillos se ven estanterías con huecos y vacíos inusuales, pero no es algo abrumador. Ni siquiera es muy elocuente. Tampoco hay ya carteles con las protestas de los trabajadores ni piquetes sindicales para contarles a los clientes lo que pasa. Para darse cuenta del problema que existe, hay estar avisado de él. ¿Qué problema? El abismo enorme entre la plantilla y la empresa desde que la multinacional holandesa Ahold Delhaize decidió franquiciar los 128 establecimientos de su propiedad que tiene en Bélgica y se ha convertido en un gran conflicto laboral en el país desde hace más de dos meses.
“El objetivo es reunir todas las tiendas Delhaize bajo un mismo modelo para estimular el crecimiento […]. No habrá ningún impacto en el empleo de los trabajadores de estos supermercados”, decía la empresa cuando anunció la decisión a comienzos de marzo. No convenció a los trabajadores: “En el menú de la franquicia: pérdida de puestos de trabajo, reducción de condiciones de trabajo y salarios, aumento de los contratos precarios, desaparición de los derechos de los trabajadores a organizarse colectivamente”, han reiterado los sindicatos esta misma semana ofreciendo algunos números: un sueldo un 30% más bajo o 25 trabajadores por una tienda de 2.000 metros cuadrados frente a 75 en un establecimiento propio de la cadena.
Hasta ahora el choque se ha saldado con huelgas, protestas y tiendas que han estado cerradas en un clima de tensión que ha acabado en los tribunales. La empresa ha acabado pidiendo a los jueces que limitara a los piquetes y prohibiera bloqueos en las puertas. Estos han aceptado la petición corporativa. Entre abril y mayo se limita la acción de estos grupos y los supermercados ya están abiertos como si nada pasara.
Los sindicatos están indignados: “El objetivo de la huelga es establecer un equilibrio de poder para llevar a la dirección a negociar”, ha declarado en la prensa local una de las líderes de la protesta, Myriam Djegham. “Es muy preocupante que la justicia tome partido en el conflicto, optando por favorecer los intereses económicos de la empresa”.
La matriz holandesa Ahold adquirió en 2015 Delhaize, una cadena belga con más de 150 años de historia conocidísima en todo el país e identificada con el dibujo de un león. Se vendió como una fusión y, de hecho, cambió el nombre del grupo uniendo el de ambas compañías. Ahora se llama Ahold Delhaize y es un gigante de la distribución que facturó 85.000 millones de euros en 2022, que emplea a 414.000 empleados y tiene, con diferentes marcas, 7.659 tiendas en 10 países, principalmente en Europa y Estados Unidos.
El modelo de franquicia no es nuevo para esta compañía. Lo tiene muy ensayado en Europa. De esos casi 7.700 establecimientos que tenía abiertos a finales del año pasado, 2.040 son “asociados”, como llama a las franquicias en sus documentos dirigidos a reguladores y accionistas, en Países Bajos, Bélgica, Luxemburgo y Grecia. La cifra crecerá si la protesta no cambia la opinión de los gestores del grupo.
Las apariencias hacen pensar que no modificarán sus planes. Lo más cercano a un piquete informativo sindical que hay en un establecimiento del centro de Bruselas son cuatro trabajadores sentados en unas sillas de camping a unos metros de la puerta del supermercado comiendo un bocadillo. Ni un cartel reivindicativo. Ni una camiseta con un eslogan. Más bien parece un alto para descansar a mitad de jornada.
Pero el pulso, aunque invisible, no decae. “Las conversaciones con los sindicatos siguen siendo difíciles”, admite un portavoz de la empresa. Los medios locales, como BX1, hablan de tasas de absentismo más altas de lo normal, algo que confirma la propia empresa. Y el próximo 22 de mayo hay convocada una huelga y una manifestación en la capital belga. Hasta entonces no parece que vaya a moverse nada ni que haya posibilidad de arreglo. La próxima reunión se celebrará al día siguiente de la movilización.
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