El gurú que quiere que usted ame las reuniones
Comet cuenta con ocho oficinas entre París, Bruselas y Madrid, y facturó 27 millones el año pasado ofreciendo apoyo al teletrabajo
Dentro del variado mundo laboral se pueden encontrar apenas un puñado de sensaciones comunes. “Esta reunión podría haber sido un e-mail”, o un más simple “qué pinto yo aquí”, quizás sean dos de las más recurrentes. En el mundillo de los negocios, a estos pensamientos se le añaden otros más particulares, como la extrañeza ante los seminarios que se celebran en los sótanos ...
Dentro del variado mundo laboral se pueden encontrar apenas un puñado de sensaciones comunes. “Esta reunión podría haber sido un e-mail”, o un más simple “qué pinto yo aquí”, quizás sean dos de las más recurrentes. En el mundillo de los negocios, a estos pensamientos se le añaden otros más particulares, como la extrañeza ante los seminarios que se celebran en los sótanos de hoteles de muchas estrellas, pero que se parecen poco a sus lujosas habitaciones. Victor Carreau (París, 33 años) fue consultor estratégico en McKinsey y tenía una larga experiencia en reuniones. Por ello, decidió montar Comet junto a otros dos compañeros, una start-up de lugares de reuniones que, si bien es posible que nunca logre eliminar la animadversión de algunos trabajadores a estos encuentros, al menos intenta hacérselo más agradable.
Carreau atiende por videollamada. Aunque pueda parecer paradójico, tiene sentido: en primer lugar, porque acaba de ser padre; y en segundo, porque lo que busca este gurú de los encuentros profesionales es que haya menos reuniones —”pero que sean mejores”—. Las claves de un buen encuentro, defiende, son claras: que asistan las personas correctas, que sepan a qué vienen, que se traten las cuestiones adecuadas, que tenga la duración necesaria — “lo ideal serían 45 minutos”— y, sobre todo, que se produzca en el sitio correcto. Es sobre este último punto donde la start-up francesa, que facturó 27 millones de euros el año pasado y que está en beneficios, vuelca todos sus esfuerzos.
“No es lo mismo reunirse en un sótano con luz artificial, comida fría y mal café que en un sitio luminoso, bien decorado y con vistas a un parqué magnífico”, resume Carreau. Este es el espíritu de su oficina en Madrid, que se encuentra en el barrio de los Jerónimos, uno de los más cotizados de la capital, y frente a la puerta de Felipe IV del parque del Retiro. A ella se suman las otras siete oficinas que alquilan entre París y Bruselas.
El espacio madrileño de Comet reúne todos los principios que su cofundador cuenta: todas sus salas tienen luz natural y en cada una de sus seis plantas, decoradas por temáticas relacionadas con el Retiro —el Palacio de Cristal, el estanque o la cuesta del Moyano— hay lugares de descanso y para socializar, todos decorados de forma colorida y variada. Además, disponen de servicio de catering propio para atender a sus clientes. Estos, avanza Carreau, son en su gran mayoría empresas del Ibex 35 y de su equivalente francés, el CAC 40.
La idea, cuenta Laure Cavalié, la directora de relaciones institucionales de Comet, mientras muestra los 1.900 metros cuadrados del edificio, es que los clientes no tengan que preocuparse por las cuestiones nimias de una reunión: disponen de especialistas de IT, para que ningún Power Point rebelde suponga un escollo, y todo el espacio se adapta a las necesidades de cada encuentro. Incluida —aunque no reconocida— la posibilidad de echarse una siesta en alguno de sus numerosos sofás. Además, existe en la empresa una figura, el “encargado del bienestar”, que realiza sesiones con los grupos para que sus reuniones sean lo más productivas posibles.
Las únicas dos resistencias a la modernidad barroca de la decoración de Comet Retiro son, por un lado, el despacho de abogados que ocupa dos de las plantas del edificio y, por el otro, la escalera del edificio, diseñada por el estudio del ingeniero Gustave Eiffel, un elemento protegido durante la reforma de las instalaciones.
Como la barandilla metálica de Eiffel, Comet resistió a la tormenta perfecta para una compañía centrada en las reuniones: la pandemia del covid. En 2020, la empresa francesa sufrió pérdidas por primera vez desde que empezase a ser rentable en 2017. Con todo, el cambio de paradigma laboral experimentado desde entonces, cuenta Carreau, ha sido más una oportunidad que un freno: el teletrabajo distancia a los trabajadores, defiende, y las empresas se han dado cuenta que tienen que hacer “menos reuniones y más seminarios”. “Cuanto más teletrabajo haga una empresa, más necesitará ir a Comet”, concluye.
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